Publicado: Jueves, 10 Marzo 2022

Cuando la vida te quiebra una pierna

El martes 8 de marzo de 2022, en la Parroquia de San Ignacio de Loyola de Almería, dentro de los actos programados para celebrar el año ignaciano, tuvimos la conferencia de José María Rodríguez Olaizola, sj en la que, bajo este título nos hizo un recorrido sobre cómo la herida fue oportunidad de conversión para San Ignacio y puede ser también oportunidad de conversión, transformación para las mujeres y hombres del siglo XXI.

Fue trazando los distintos momentos de heridas cotidianas: fracasos, rechazos, pérdidas elegidas o sobrevenidas, la soledad, el tiempo… En paralelo con la experiencia vital de Ignacio de Loyola, fue dando pistas para luchar con las heridas, las batallas de la vida cuando se presenta sufrir las derrotas, ponerles nombre, lucharlas y vencerlas, la que estemos viviendo hoy, sabiendo que esta experiencia nos va a permitir madurar, hacernos adultos.

Nos mostró algunas de las batallas más comunes: El miedo que nos paraliza y cómo reaccionar ante él. Miedo y miedos: al fracaso, el rechazo, la falta de aceptación o a la soledad. Punto en el que más se extendió dando pistas para combatir estos miedos.

Hubo tiempo para ir desgranando otras batallas como la de envejecer como momento de ir cerrando puertas, optando; todo un proceso de maduración y leyendo la propia vida sin nostalgia de las vidas no vividas, con los pies en la tierra, en la realidad, viviendo todos los momentos: trabajo, descanso, fiesta, oración…

En este proceso de maduración, hubo una invitación a estar abiertos dejándonos sorprender por el Dios de la sorpresa, como lo estuvo Ignacio. Y a que los grandes deseos, aquellos que de forma irrenunciable nos definen como persona, han tirado y siguen tirando de nuestra vida, nos ayuden a aceptar las heridas, plantar cara a nuestros miedos, plantar cara a las dificultades, nos muestren el horizonte permitiéndonos VIVIR. Hacernos adultos y, como Ignacio después de Manresa, aprende a amar lo imperfecto, con la experiencia de que Dios nos quiere humanos y, con lo imperfecto de nuestras vidas, Él ama y nos enseña a amar.

 

Terminada la conferencia con inusual afluencia de público, entre los que se encontraba-como uno más- nuestro obispo, D. Antonio Gómez Cantero, hubo aún un rato para compartir impresiones, saludos, etc. Mientras a José María se le acumulaba la cola para firmar algunos de sus libros.

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