Publicado: Lunes, 09 Octubre 2023

Theilhard, protagonista de la apertura del curso del Centro Arrupe (Málaga)

Parece que asistimos a un despertar de aquel fenómeno Teilhard de los años sesenta del siglo pasado, sirva de ejemplo: la fugaz cita en la encíclica Laudato Si’ junto con el cariñoso recuerdo del papa Francisco en Mongolia y la apertura del Centro Teilhard de Chardin en París para el diálogo Ciencia-Fe. El Centro P. Arrupe (Málaga) ha comenzado el curso organizando un ciclo de conferencias los días 3, 4 y 5 de octubre, para conmemorar los cien años de La Misa sobre el mundo. La primera charla fue de Ignacio Núñez de Castro SJ presentando la persona de Teilhard, como él se llamaba a sí mismo, el hijo la Tierra y el hijo del cielo, reflejado en sus dos grandes libros El fenómeno humano y el Medio divino. Enfatizó que para comprender a Teilhard hay que asimilar la categoría evolución, ver toda la realidad en proceso, en devenir. Mostró la aceptación y crítica de la obra teihlardiana tanto por científicos como por teólogos. Terminó haciendo ver como su obra nos ha cambiado la imagen de Dios, el Dios hacia arriba y el Dios hacia adelante, resaltando la persona de Cristo, Omega, fin y sentido de toda la creación.

            La segunda charla fue del teólogo Prof. Juan Jesús Cañete Pbro. de la diócesis de Jaén sobre el diálogo ciencia-fe. Nos mostró cómo el jesuita francés fue el primer autor cristiano que habló en términos accesibles a los científicos no creyentes o agnósticos del siglo XX, porque fue un testigo de Jesús en el mundo de la ciencia y un testigo de la ciencia en mundo de la teología. Terminó afirmando la actualidad de la figura y obra de Teilhard este momento en el que cultura científico-técnica, según San Juan Pablo II, es un desafío al pensamiento cristiano aún mayor de lo que fue el aristotelismo en la edad media.

            El profesor de Historia de Medicina de la Universidad de Cádiz nos ambientó sobre el gran poema La Misa sobre el mundo escrito por Teilhard en el desierto de Ordos en Mongolia en 1923. Resaltó la personalidad mística de Teilhard, carácter reflexivo y su afición por las piedras y su capacidad de intuir en ellas el tiempo y la vida con ojos de geólogo y paleontólogo. En el poema Teilhard transciende el tiempo y el espacio, cuando no tenía ni pan, ni vino ni altar y en la patena del mundo ofrece:  todo el trabajo y el progreso humano -el pan-, y todo el dolor y toda muerte -el vino. Los tres ponentes han destacado que toda la obra de Teilhard de Chardin es autobiográfica, volcando su saber, sus sentimientos más íntimos y su convencimiento en bellas imágenes y neologismos que hacen su lectura cada vez atrayente.

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