Publicado: Viernes, 21 Octubre 2022

La economía de la vida religiosa es para la Misión, pero necesita más planificación y transparencia

Una mayor planificación, profesionalidad y visión de futuro sin perder el horizonte de que la nuestra debe ser una economía para la Misión. Son algunos de los principales consejos vertidos hacia los participantes de la Jornada del Programa Especialista en Administración de Bienes Eclesiásticos (EABE) de la Universidad Pontificia Comillas, celebrada en Madrid este viernes 21 de octubre.

“Economía sostenible en la Iglesia” era el título de este encuentro que ha contado con las ponencias de Juan Antonio Guerrero, SJ. Prefecto de la Secretaría para Asuntos Económicos de la Santa Sede; Fray José Rodríguez Carballo, OFM. Arzobispo secretario del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y D. David Alonso de Linaje García, responsable de Instituciones Religiosas y Fundaciones Banca Privada de Caixabank. Ha contado también, entre otros, con la presencia del cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, que ha clausurado la mañana, así como su obispo auxiliar José Cobo y el vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española, Fernando Jiménez Barriocanal, así como el rector de la universidad, Enrique Sanz Giménez Rico SJ

En su exposición «La reforma económica del Papa Francisco en el Vaticano», Juan Antonio Guerrero intentó poner luz sobre todos los actores que forman parte del vaticano y su economía, para explicar luego los cambios impulsados por el Papa Francisco en su reforma económica y los criterios que guían los mismos. Ilustró a los presentes sobre los diferentes entes de gobierno y económicos que forman parte del Vaticano sin obviar algunos de los escándalos financieros en los que se han visto envueltos en las últimas décadas algunas de estas instituciones. Y luego se centró en la reforma económica de la Santa Sede -el organismo que ayuda al santo padre en el gobierno, del que forman parte la curia, dicasterios, instituciones… y que ahora se rigen por la Praedicatie Evangelium.  

Explicó asimismo todos los pasos dados por el papa Francisco en esta reforma -que fue reclamada en las reuniones previas al cónclave por muchos cardenales-, desde el inicio de su pontificado, si bien Benedicto XVI ya sentó las bases de la misma. Todos estos pasos, en palabras de Juan Antonio Guerrero, han seguido unos criterios marcados por el papa donde en primer lugar “ la economía es para la Misión de la iglesia”, buscando la sostenibilidad y no el beneficio. Un economía, como dice el papa que “sea sierva y no señora”, que no sea una empresa pero sabiendo que de las empresas “tenemos que aprender la estrategia, la disciplina, capacidad de incentivar…”. Una economía que sea “sana y correcta para evitar la corrupción y el escándolo” y que debe estar regida por la sobriedad, la Justicia, la generosidad.

Monseñor Fray José Rodríguez Carballo se dirigió a sus compañeros religiosos, religiosas, miembros de los institutos de vida consagrada, desde la cercanía y el conocimiento de sus realidades. “Estoy convencido que en este momento tenemos que entrar en una nueva misión y administración de la economía y bienes en los institutos de vida consagrada”. Les expuso y les invitó a dar prioridad a la persona, a estar “abiertos a la creatividad” y para ello contar con “un cambio de mentalidad con determinación y visión de futuro”.

Citó algunas actitudes y cambios concretos necesarios como crecer en corresponsabilidad, rompiendo con esa dinámica de que la gestión económica en los institutos sea un coto cerrado donde solo unos pocos toman decisiones y con gran secretismo. Pidió pasar a una información más transparente, algo que “pasa por una buena contabilidad”, invitó a repensar los estilos de vida e insistió en varias ocasiones en la importancia de la formación, ya que con una buena formación se “podrán hacer opciones innovadoras y proféticas”.

Expresó su visión de en qué consiste la economía con rostro humano, “que considera a la persona en su integridad y reconoce en ella el primer capital que se ha de guardar y salvaguardar”, que no se doblega ante la economía del consumo, nos dispone a estar más abiertos a la escucha y a la hospitalidad de la acogida, que no puede nunca gobernar sino servir a todos… En definitiva, una economía evangélica, que discierne, que escoge la fidelidad al carisma y a su vez respeta los cánones de la justicia.

Por último, David Alonso de Linaje, expuso de manera práctica y didáctica por qué la vida religiosa necesita una planificación financiera como medio para alcanzar la misión. Invitó a los presentes, a partir de diversos documentos importantes que rigen la economía de la vida religiosa a hacerse muchas preguntas sobre el presente y el futuro de cara a esa estrategia. ¿Podré continuar con mi actividad educativa y social? ¿necesito deshacerme de patrimonio inmobiliario?, ¿qué perfil de riesgo quiero en mis inversiones? ¿Tengo algún colchón?

Y les propuso crear en sus economías 4 grandes carteras: la de la liquidez, la de la previsión, la de rentas y el colchón patrimonial. Les incentivó en seguir esa planificación que ayuda a ordenar y determinar la viabilidad de los objetivos; definir el perfil de riesgo que viene determinado para saber qué dinero necesito a medio y largo plazo, equilibrar la rentabilidad con la sostenibilidad de los activos, y por último, y muy importante, revisar la propia planificación financiera.

Una jornada -organizada por el canonista Miguel Campo SJ- muy útil a nivel de reflexión para poner las bases que deben guiar la administración de los bienes de la Iglesia y a nivel práctico animando a una mayor profesionalización necesaria para que la nuestra sea una verdadera economía para la Misión.

 

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