Publicado: Jueves, 09 Marzo 2023

Imaginando el “buen vivir” desde la teología

“Imaginando el ‘buen vivir’ desde la teología” es el título de las jornadas anuales que la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto organizó los días 28 de febrero, 1 y 2 de marzo. El objetivo era responder a la pregunta: ¿Puede aportar algo sustancial el cristianismo a lo que muy vagamente se cuece detrás de ese movimiento cultural que enarbola el nombre de Wellbeing?

Según el decano Francisco José Ruiz Pérez quizás, como sucede en tantos otros temas, padecemos la dificultad de delimitar con exactitud el concepto de bienestar que está en juego. En su opinión, el bienestar es mucho más poliédrico hoy que lo pudieron haber sido términos homólogos en otros momentos culturales. Incluso más versátil, contextual, flexible y abierto. A continuación, se recoge una crónica redactada por él sobre lo aportado en este encuentro.

La Agenda 2030 es un intento contemporáneo de enmarcar el concepto. Los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que la articulan ya ejemplifican bien la complejidad ante la que nos situamos cuando hablamos del bienestar humano. Esa complejidad ayuda a caer en la cuenta del estado de precariedad en que se halla buena parte de la humanidad. Un dato como muestra: según Naciones Unidas, en 2016 solo el 45 por ciento de la población mundial estaba amparada por un sistema de protección social con, al menos, una prestación en efectivo.

Pero la Agenda 2030 refleja un concepto de Wellbeing con una descompensación interna. Por un lado, es muy de halagar que se contemple el bienestar humano multidimensionalmente. Eso significa que, por fin, se acepta de buen grado que el ser humano es realidad multifactorial. Hay que felicitarse de que estemos ante el aviso de que no podemos quedarnos satisfechos con antropologías reduccionistas y unilaterales, ni con ideologías que así lo pretendan. La acogida de ese aviso tiene eco en la misión
universitaria: actualmente, todas las áreas de conocimiento, no unas cuantas, están convocadas para aportar su luz propia y complementaria sobre la cuestión antropológica. La conectan y la equilibran con otras cuestiones, cuyo peso cobra cada vez más importancia –el entorno natural, la construcción social basada en la participación, la circularidad de la economía sostenible, la ciudadanía global, el liderazgo humanizado–. Estas Jornadas han subrayado en varios momentos este lado
positivo del Wellbeing contemporáneo. Hasta ahí las noticias son realmente esperanzadoras.

No obstante, ese concepto de Wellbeing no logra quitarse de encima su propio origen: es un concepto elaborado por agregación. Cita a muchos invitados, sin determinar el sitio que han de tener en la mesa. Las dimensiones antropológicas, o en conexión con lo antropológico, son sumadas, pero no ordenadas. No están procesuadas, ni del todo engranadas entre sí.

Estas Jornadas han pretendido invitar a la teología a que se asomara al Wellbeing, para que contribuyera con ciertos criterios que priorizaran los muchos elementos que quiere incluir el bienestar humano. Sin duda, la espiritualidad, sobre la que el Wellbeing hace tanto hincapié, es esencial en lo que pretende. La teología matizaría que muy esencial, por el efecto que arrastra sobre el resto de aspectos contemplados como necesarios hoy para hablar de auténtico bienestar humano.

La mesa redonda, los seminarios y las conferencias de estas Jornadas han traído aportes interesantes para dar contorno a una espiritualidad, la cristiana, que es particularmente potente en su propuesta humanizadora. Se ha recurrido a palabras e imágenes como: shalom, aporofobia, consternación y conmoción en favor del marginado, bienaventuranzas paradójicas de la felicidad, el gesto comprometido y comprometedor de un samaritano, la fuerza compasiva de la misericordia como fuente de fraternidad, sotería, metanoia, el silencio integrador y contemplativo –revelador de una urdimbre creatural que nos subyace–, el escándalo del malestar humano histórico, la luz chocante de la falibilidad y la vulnerabilidad…

Valga el esfuerzo hecho. Ese esfuerzo se relaciona con algo que notarán enseguida quienes son aficionados a los traductores simultáneos que ofrece internet. Si se pide la traducción al inglés del término bienestar, las aplicaciones de Inteligencia Artificial ofrecen jubilosas la palabra Wellbeing. Pero si se pide la traducción de bien ser, resulta que las mismas aplicaciones de Inteligencia Artificial ofrecen jubilosas también el término Wellbeing. Sabemos la cruz lingüística de sufren los angloparlantes con la distinción que el castellano hace entre el ser y el estar. La teología pone más la mirada en el bienser, sin despreciar el bienestar. A lo mejor, resulta que, en tiempos nihilistas como los nuestros, potenciadores de muchas crisis de identidad, lo de insistir en el bien-ser es muy pertinente para conocer finalmente cómo deberíamos imaginar nuestro bien-estar. 

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