Publicado: Miércoles, 24 Julio 2024

Campo de trabajo en Almería: 70 jóvenes aprenden a servir al estilo de Jesús

Durante las dos primeras semanas de julio, 70 jóvenes, alumnos de 1º de Bachillerato y Ciclos de diez centros de las fundaciones SAFA y Loyola de Extremadura, Andalucía y Canarias, vivieron la experiencia de “Campos de trabajo I” acompañados por 15 acompañantes: diez monitores y cinco del equipo coordinador, con dos jesuitas, Alejandro Toro sj y Juanjo Aguado sj.

SAFA Almería puso a disposición sus aulas, patios y otras instalaciones para el alojamiento y actividades, convirtiéndose en algo más que un “campo base”, en una “escuela taller” donde aprender a servir al estilo de Jesús y en un “hogar comunitario” donde convivir desde la atención y el cuidado, acogiendo y disfrutando todas sus diversidades.

Tres hilos conductores: voluntariado, convivencia, experiencia espiritual

Esta experiencia se va entretejiendo día a día a partir de varios hilos. El primero, quizás el más visible, es el voluntariado.

Al final del primer día, durante la primera eucaristía juntos, cada joven recibió un envío personal y concreto a uno de los 8 proyectos en los que se ha colaborado estos días. Se formaron grupos que cada mañana salían de la escuela y de sí mismos para acercarse a personas en situación de vulnerabilidad o necesidad, y para conocer distintas realidades sociales en su complejidad. Personas sin hogar o en residencia de mayores, niños afrontando un cáncer en un hospital o con discapacidades psicomotoras, jóvenes en peligro de exclusión social o inmigrantes en proceso de integración sociocultural… Todos se convirtieron en maestros de vida, convivencia, fraternidad y fe, como testigos de la presencia de Jesús en el mundo: “Cada vez que… visitasteis, escuchasteis, cuidasteis… a uno de estos… a mí me lo hicisteis”.

El segundo hilo, presente desde la subida al autobús, es el de la convivencia entre ellos, compartiendo mucho más que comida y techo, actividades y reflexiones. Juntos, a veces en gran grupo y otras en grupos pequeños, han aprendido a compartir lo que son, con sus cualidades y limitaciones. Por un lado, cuidando todos los espacios y momentos de convivencia, y por otro, poniendo en común sus descubrimientos, sentimientos y vivencias. A los pocos días se sentían una gran familia, superando los grupos de origen, y disfrutando de la convivencia. Juntos compartían en la Eucaristía y en la oración de examen del día, las huellas del Espíritu y los deseos para el día siguiente: “En esto reconocerán que sois mis discípulos: amaos unos a otros como yo os he amado”.

Encuentro personal con Jesús

Y un tercer hilo, quizás invisible para una mirada superficial, pero que se convirtió en el hilo central, es el de la experiencia espiritual: el encuentro personal con Jesús que ayuda no sólo a conocerse y crecer, sino a entregarse y amar como Él. A menudo en momentos compartidos con otros: la oración de la mañana y de la noche, la Eucaristía, las dinámicas de sensibilización y profundización, etc.; y otras veces con tiempo personal para la oración y reflexión, o con los ratos de acompañamiento personal, cada uno ha podido ir conectando con Jesús, que llama y envía a cada uno como es.

Así, estos días no sólo han podido reconectar con Él, sino también aprender, cambiar, confiar y comprometerse con Él de un modo mucho más consciente, sintiéndose libres y llenos, cuando le responden y se ofrecen. Como muestra de este hilo, quedan hojas del cuaderno escritas con el corazón, y muchos deseos. “Mirad, yo estaré con vosotros cada día, hasta el final…”; “sabed, donde dos o tres os reunáis en mi nombre, allí estoy yo en medio de vosotros”.

Ya en sus casas y ciudades, les queda seguir creciendo en esta aventura de amar y servir como Jesús, de seguir compartiendo la vida en sus grupos y comunidades, de seguir transmitiendo la fe que les llena y les ha hecho tan felices en estos días en las fronteras de sus realidades habituales.

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