Publicado: Miércoles, 02 Diciembre 2015

Salamanca: Aulas solidarias, creciendo en Valores

La mañana del miércoles 18 los alumnos de 3º y 4º de la ESO del Colegio San Estanislao de Kostka de Salamanca fuimos partícipes de una jornada, muy singular y diferente a nuestra rutina, cargada de sensibilidad, realidad, emoción, aprendizaje… cargada de vida.

Tercero de la ESO visitó “El Cueto”, “Proyecto Hombre”, “El Arca” y la “Residencia San Rafael”.

El Cueto es un centro para gente con discapacidad mental donde nada más llegar, nos enseñaron los talleres en los que cada mañana realizaban manualidades. Junto a ellos aprendimos a fabricar una libreta y, poco a poco, fuimos valorando sus capacidades, diferentes pero no inferiores a las nuestras (había actividades que realizaban mejor que nosotros). Después compartimos el tiempo de descanso y nos sorprendió ver que algunos se acercaban a hablar con nosotros y nos confiaban algunos momentos de su vida personal, mientras que otros agachaban, tímida y desconfiadamente, la cabeza y se alejaban. Justo después, nos mostraron la parte ocupacional del centro, donde trabajaban la madera para algunas empresas, sintiéndose productivos.

Comprendimos que acuden allí para aprender cosas básicas y enseñan al mundo lecciones cargadas de valor. Nos encantaría seguir en contacto con ellos y, quizá volver algún día.

La mayoría de los alumnos de cuarto visitamos a los ancianos de “las hermanitas de los pobres”; todos, a excepción de un grupo que acudió al centro “Padre Damián”. Nos mostraron con orgullo sus instalaciones: la sala de rehabilitación y la de terapia ocupacional (donde pasaban su tiempo haciendo manualidades y diversas actividades), el comedor, la enfermería, las habitaciones…

En las hermanitas conocimos su rutina, nos comunicamos (por medio de la música) con personas pintorescas y singulares y poco a poco, nos contagiamos de la devoción con la que las hermanas “alimentaban” sus vidas.

Muchos de los ancianos eran dueños de una gran vitalidad que necesitaban desarrollar siendo escuchados. Fue una jornada que nos hizo reflexionar.

Nadie puede escapar de las leyes de la vida, pero, sin embargo, podemos hacer que nuestra existencia dignifique nuestra alma. Nos dimos cuenta que hay personas que dedican sus días a ayudar a los demás. El tiempo tiene un valor incalculable, y compartirlo, es sin duda, la mejor forma de sentirse vivo.

Fuimos actores de obras que nada tenían que ver con el lujo de los grandes espectáculos, pero, sin duda, sus protagonistas fueron dignos del mejor premio posible: nuestro cariño.

No sólo convivimos con nuevas personas, la convivencia real fue la que, de forma inconsciente, aquel día, vivimos con nosotros mismos

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