Publicado: Sábado, 02 Abril 2016

Experimentar uno mismo que Dios salva

La segunda jornada del Encuentro de Provincia, dedicada a la renovación del servicio de la fe, ha comenzado con una conferencia del jesuita, teólogo y profesor Xavier Quinzà SJ sobre cómo podemos actualizar ese servicio en el contexto presente. Ha iniciado su charla advirtiendo de que, ante esta tarea, hemos de otorgar «un sitio esencial a lo inesperado, al acontecimiento y a la sorpresa», porque el cristianismo que viene «no será el resultado de nuestros esfuerzos, sino que será también un fruto nuevo, inesperado y sorprendente de la libertad humana y del trabajo del Espíritu».

Vivimos en una cultura en la que «se ha roto la gramática del mundo» y se han fragmentado nuestras formas de vida. Nuestro mundo de sentido se ha hecho añicos. No hay ya un sistema único de valoración de la vida. Lo cual significa que «hay que dialogar y hay que pactar». Esta es la característica de nuestra época. Nuestra fe necesita, por tanto, perspectivas comunicables.

Por otro lado, en una sociedad en la que la tradición pierde autoridad, es en el compartir de las vivencias donde se sitúa la fuerza de convicción de nuestra fe. El sujeto no vive su identidad anclada en experiencias transmitidas por anteriores generaciones. Es necesario que uno viva esas experiencias en cada contexto y lo haga, además, en intercambio con los demás: «lo que no nos vale ―ni ha valido nunca por otro lado― es que asumamos la experiencia de otros sin haberla gustado, vivido y experimentado en nosotros mismos».

También asistimos al «fin del cristianismo de tareas», un cristianismo centrado en el «hacer» ―también en hacer justicia y Reino― que corre el riesgo de convertirse en un «cristianismo ético» donde se valora «lo que hacemos, sus resultado, su eficacia». Por el contrario, en el «régimen de la gracia» lo que nos justifica es «la fidelidad del amor de Dios».

Para Quinzà la fe es «una forma de vida». En el Evangelio, la principal categoría de la fe es «seguir a Jesús». Conocer a Jesús es seguirle, es recibirle, es estar en Él. Esa es la gran prueba de lo que vivimos: «¡Nuestro enemigo no es la duda!». Hoy en día «creer» y «dudar» están en una «estructura elástica»: creemos más o menos y dudamos más o menos. Pero la forma de combatir esa duda, hoy, es «la entrega y conversión». Porque «es donde nos nutrimos donde nos arraigamos» y eso requiere de «haber experimentado uno mismo que Dios salva… que Dios me salva».

Al concluir la conferencia, Quinzá se ha servido de una cita de M.I. Rupnik para señalar lo esencial de la llamada a la renovación de la fe: tengamos presente que, hoy más que nunca, es «la hora de las mujeres y los hombres que viven una vida recibida como don, porque es la vida de Dios, es la comunión. Una vida bella, porque siempre emerge en cada cosa un espacio para hacer emerger al Otro».

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