
El espíritu ha estado presente durante estas dos semanas en Roma
Jesuitas y colaboradores de Madrid acudieron ayer a la parroquia San Francisco de Borja y San Luis Gonzaga, del barrio de la Ventilla, para dar gracias por la elección del nuevo Padre General, Arturo Sosa. Pero no se agradeció no sólo su persona y su figura sino sobre todo el propio proceso de la elección y sus frutos durante esta Congregación General 36 que se está celebrando en Roma.
Acompañado por una treintena de jesuitas, presidió la eucaristía el viceprovincial, Jaime Badiola sj, quien comenzó su homilía expresando a los presentes que “para nosotros, el rostro de Arturo, su perfil humano y espiritual, representa el rostro que el Espíritu quiere poner a la misión de la Compañía en los próximos años”. Repasó algunos resortes que dinamizan su vida como jesuita como sus cualidades humanas, su hondura intelectual o su capacidad de liderazgo. Y trajo a la eucaristía el testimonio del actual Provincial de Venezuela, Arturo Peraza, quien ha revelado que su compañero Arturo: “Me enseñó a mirar a Dios en los ojos de los pobres, en la seriedad de los análisis para comprender la realidad que nos rodeaba, para mirar en la historia del país un modo de entender nuestro presente y los caminos de futuro. El analista Arturo puede ser leído superficialmente en sus escritos de descripción de la realidad y de propuestas, pero quien lo conoce sabe que hay mucho más. Debajo del texto hay un deseo de buscar y encontrar signos de la invitación de Dios en este tiempo, lecturas de los caminos que van ahondando en los seres humanos en su trascendencia, así como busca la misma trascendencia de la historia que vivimos. Yo diría me enseñó qué significa una fe encarnada”.
Resaltó también el viceprovincial el agradecimiento por el proceso que ha llevado a la elección: “Ha sido denominador común en todos los asistentes la certeza de que el Espíritu ha estado presente durante estas dos semanas en Roma. Es un milagro que una elección de tanto calado haya dejado de forma unánime una experiencia de paz y consolación”, por lo que “Hoy podemos hablar de una experiencia de Pentecostés, en la que el Espíritu ha movido los corazones a un entendimiento y una comunión profundas, más allá de lo que cabe esperar en cualquier proceso humano”.
Por último señaló algunas peticiones que los presentes podían hacer al Padre General como: que nos apoye en la búsqueda de la voluntad del Espíritu, que nos dé orientaciones sobre qué es lo que Dios quiere de nosotros en este mundo, que nos ofrezca pistas en los momentos en los que andemos ligeramente despistados, o que nos impulse a compartir la misión con otros. Para así considerar al Padre General, ante todo, como un compañero de camino que, como decía un jesuita de esta Provincia presente en Roma, “sea como nosotros” y, a la vez, “que sea de los mejores de nosotros”. “Eso nos hará encontrar a una persona extraordinariamente sencilla – y, a la vez, sencillamente extraordinaria – al frente de esta gran misión”, concluyó Badiola.
La eucaristía terminó con un especial agradecimiento de los jesuitas a “todos los que formáis parte con nosotros de la familia ignaciana: laicas, laicos, religiosas, religiosos... A menudo nos dedicamos a agradecer a los lejanos (Roma, el P. General, la Compañía, el Padre, el Espíritu Santo…), pero nos olvidamos de los que tenemos cerca, que sois los que compartís misión con nosotros. No digo simplemente que colaboráis, sino que compartís la misión. Durante mucho tiempo hemos creído que el gran tesoro que teníamos era nuestra misión, como si fuese nuestra, pero poco a poco vamos aprendiendo que ese gran tesoro es también que tenemos alguien con quien compartirlo. Muchas gracias”.
- Inicio
- Noticias
- De cerca
- Vida en Compañía
- Palabras del provincial
- Fallecimientos
- Semblanzas
- Propuestas
- Publicaciones
- Prensa
- Enlaces
- Documentos
- Agenda
- Buscador
- Intranet