
Sal Terrae, a los 50 años de la «Humanae Vitae»
La revista SAL TERRAE, cuando se cumplen 50 años de la publicación de la Humanae Vitae, quiere contribuir modestamente a reflexionar sobre el papel de la Iglesia, por lo que toca a la sexualidad, en el siglo XXI. ¿Cuál es la buena noticia que hemos de dar a nuestros conciudadanos en estos temas desde nuestra fe en Cristo?
Para ello ofrece a sus lectores los siguientes cuatro artículos. En primer lugar, Mª del Carmen Massé reflexiona sobre la necesidad de que la Iglesia escuche a las parejas y especialmente a las mujeres – de modo semejante a como el papa Francisco ha propuesto escuchar a los jóvenes ante el próximo sínodo – para poder ofrecer al mundo la riqueza del mensaje de Jesús también en el ámbito de la sexualidad.
Javier de la Torre muestra cómo la Amoris Laetitia expone una comprensión más amplia, orgánica y sintética de la paternidad responsable y sobre las decisiones que implica, que la Humanae Vitae, aunque en continuidad con ella.
Salvino Leone propone una auténtica y verdadera espiritualidad de la dimensión erótica del amor. Con demasiada frecuencia ha existido en la Iglesia una visión peyorativa del erotismo debido con toda probabilidad al dualismo platónico y gnóstico, siendo así que el erotismo existe por decisión del Dios Creador y es, por tanto, algo bueno como sugiere la tradición bíblica desde el libro del Génesis al Cantar de los Cantares. Aunque, como toda realidad creada, pueda padecer la influencia del pecado original.
Finalmente, Ana Berástegui y Alejandra Lucas, además de informar sobre la visión actual de la diversidad sexual, tal como es estudiada por las ciencias humanas y sociales, aportan criterios y orientaciones para quienes, sin ser especialistas, se encuentran ante la necesidad de ofrecer acompañamiento, orientación y consejo sobre la sexualidad.
Por último, en su artículo dedicado a los jóvenes y sacramentos José María Rodríguez Olaizola plantea algunas dificultades vinculadas a cuatro sacramentos especialmente presentes en la vida de los jóvenes - bautismo, confirmación, reconciliación y eucaristía- y propone como camino para llenar de sentido la práctica sacramental por parte de los jóvenes, alimentar su dimensión existencial tendiendo puentes entre los sacramentos y la vida.