Semblanza del P. José Vílchez Líndez

El primer recuerdo que me viene al pensar en Pepe Vílchez (ninguno de nosotros lo llamaba José) me traslada a una gran aula de la antigua Facultad de Granada, a finales de mayo o principios de junio de 1968. Examen oral del tratado de Gracia. Entro antes de tiempo para ver cómo pregunta Pepe. El que me antecede no tiene mucha idea de la materia, acumula las respuestas más disparatadas. Pepe hace todo lo posible por salvarlo, pero resulta imposible. Cuando termina y se va, me siento frente a Vílchez. Me mira sonriendo, agotado por las barbaridades que acabamos de oír, me indica el número de un tema y me pregunta: “¿Te lo sabes?”. Sí. “Pues vamos a charlar un rato”.

Lógicamente debería tener otros recuerdos previos de Pepe, pero este detalle tan humano y cercano es el que se me quedó más grabado. Pero he corrido demasiado, porque en 1968 Pepe tenía cuarenta años (nació el 8 de abril de 1928). De los años anteriores no tengo experiencia directa, porque entré en la Compañía en 1956, cuando él estaba en San Cugat del Vallés estudiando Teología.

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