
Con esta comunidad, quiero ser jesuita
Vuelve uno un poco sobrecogido tras compartir durante tres días el Proyecto Apostólico que afronta la Compañía de Jesús en España en los próximos años. Se queda uno como pensativo..., interpelado..., "tocado." Algo importante ha acontecido en estos días de Asamblea Provincial.
Nos atrevimos a detener relojes. Por tres días. Para mirar al mundo y mirarnos a nosotros en una profundidad que permitiera reconocer mejor la presencia y llamadas de Dios. La belleza del encuentro no se ahorró la crudeza de este mundo al que queremos servir como Iglesia. Nos interpela la creciente desigualdad, nos preocupan los discursos políticos y económicos que excluyen y marginan a millones de personas, nos urgen las amenazas patentes y violentas que se ciernen sobre la Casa Común. Pudimos dolernos por los pecados de nuestra Iglesia de la que formamos parte y a la que sentimos como madre, y compartimos nuestra preocupación por la crisis vocacional amplia que sufre nuestra cultura y que afecta, también, a las vocaciones de jesuitas en España.
Nos convoca el Evangelio, que inspira un proyecto común para todos nosotros, las 240 cristianas y cristianos de este encuentro, y los otros muchos laicos y jesuitas a los que representamos. Nos convoca la espiritualidad ignaciana, herramienta clave en nuestro seguimiento de Jesús de Nazaret. Nos convoca la Misión de la Compañía de Jesús, en manos de esta gran comunidad apostólica. Y es cierto que sobrecoge el precioso relato que vamos alumbrando juntos a la luz del Evangelio, desde esta espiritualidad y misión compartidas dentro de la Iglesia.
Regresa uno a Valencia y nota que su mirada ha cambiado un poco. Algo más del mundo se ha hecho mío. Algo más de Jesús, algo más de la Compañía de Jesús y su misión. Algo más de lo nuestro se ha hecho mío. Con la llamada a asumir el liderazgo que nos toca a cada uno para que el horizonte inspirador trazado por este proyecto continúe haciéndose carne e historia desde la creatividad y la realidad de todos. Imagino que algo de esto nos habrá pasado a todas y todos. Y siento que esto tiene mucho que ver con la sinodalidad a la que apela Francisco.
El encuentro ha avivado mi deseo de mayor autenticidad; ser más jesuita, pegarme más a Jesús de Nazaret, acercarme de su mano a los pobres, agradecer mucho y sentir mayor responsabilidad en el acompañamiento y cuidado de los compañeros y compañeras de misión, laicos, laicas y jesuitas. Y me queda, como llamada final, la pregunta sobre qué más hacer de nuestra parte para ayudar a que más jóvenes pierdan el miedo a plantearse con honestidad la vocación como jesuitas.
Juanjo Aguilar SJ