Publicado: Viernes, 20 Noviembre 2020

Darnos la mano

Acabamos de celebrar la IV Jornada Mundial de los Pobres, con el lema “Tiende tu mano al pobre” (Si 7, 32).

Veo con no poco contento, que lo estamos viviendo en nuestra enfermería de Loyola de una manera especial con nuestros enfermos terminales. Ellos son nuestros pobres más cercanos y necesitados del calor de una mano amiga.

El Evangelio de Jesús y nuestras prioridades hablan repetidamente de la opción por los pobres, y ahí los tenemos, bien cerca de nosotros, necesitados de ese gesto tan sencillo como es sentir el contacto y la caricia de una mano que se transforma en la extensión del corazón; que habla con su silencio cuando sobran las palabras; que ayuda a que todo pese menos. No un apretón de manos puntual y convencional, sino ese contacto prolongado que te sostiene y te conforta, que tiene un poder mágico especial, que con unos casi imperceptibles movimientos de presión y de caricia, transmiten ese cariño y esa seguridad que no puede transmitir ningún fármaco.

Las manos son extensiones del corazón para dar y recibir, y realmente una comunidad capaz de despedir a sus enfermos terminales tendiéndoles la mano, es una comunidad que recibe una gracia especial. Esos turnos que establecemos con nuestros enfermos son para acompañar y también para recibir. «Tender la mano –decía el papa en la Jornada Mundial- hace descubrir, en primer lugar, a quien lo hace, que dentro de nosotros existe la capacidad de realizar gestos que dan sentido a la vida.»

Nuestro personal de enfermería y de limpieza nos están dando un permanente ejemplo de abnegada dedicación, y la mejor forma de agradecérselo es sentirnos unidos a ellos en su entrega cariñosa.


Tender la mano: gesto cargado de humanidad y de Evangelio, como beso final que cede el relevo a la mano y al abrazo del Padre… Todo un privilegio lleno de sentido y calor humano.

Alberto Pérez Pastor SJ

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