
¿Se escucha nuestra voz hoy? - Ciclo Mujer e Iglesia en Las Palmas
¿Se escucha nuestra voz hoy? Una interesante pregunta para enmarcar la reflexión compartida por María Luisa Berzosa dentro del ciclo de conferencias Mujer e Iglesia con el que el Centro Loyola de Canarias quiere aportar su grano de arena en el reconocimiento de la invaluable aportación de la mujer a la vida de la Iglesia y de la sociedad.
Precisamente María Luisa Berzosa ha sido nombrada por el Papa Francisco como consultora de la Secretaría permanente del Sínodo de los Obispos.
No son pocas las menciones a la mujer en los documentos oficiales de la Iglesia, desde el Concilio Vaticano II hasta los documentos de los últimos sínodos. En éstos se reconoce y se promueve su participación, se valora la forma positiva como comparten la acción pastoral con los presbíteros, se invita a que tengan una presencia más incisiva, que su voz se tenga en cuenta en los espacios donde se toman las decisiones y se afirma que la ausencia de su voz empobrece los procesos de discernimiento. Sin embargo, denuncia María Luisa, hay una distancia entre la letra de los documentos y su puesta en práctica… ¿para cuándo el paso a los hechos? La participación plena de los jóvenes y de la mujer es un desafío para la Iglesia.
La sociedad cambia a un ritmo frenético y requiere que los cambios, profundos y acelerados como lo afirmaba la Gaudium et Spes del Vaticano II, sean interpretados de la mejor manera para que nuestro discurso esté adecuado y ofrezca una palabra pertinente al tiempo presente. En el campo de la mujer en la Iglesia el tiempo presente nos señala con nitidez que el problema es la desigualdad. Señalaba la conferenciante que en la Iglesia las religiosas son el 80% y, sin embargo, en una actividad tan importante como el Sínodo, la mayoría de las voces que se escuchan son las de los religiosos.
Algunas llamadas urgentes para reconocer el papel de la mujer en la Iglesia…
- Abrir los ojos y ponerlos en Jesús. Es importante escuchar, discernir y mirar a las invisibles para construir relaciones fraternas. Esto no es cosa de hombres y mujeres, es asunto de
- ¡El futuro es ya! El reconocimiento del papel de la mujer en la vida de la Iglesia no ha de ser el fruto de la reivindicación del feminismo sino del ejercicio de su derecho de bautizadas.
- Las mujeres quieren aportar a la Iglesia “desde dentro”, desde su compromiso con la construcción de una Iglesia “Pueblo de Dios”.
- Su participación profética requiere osadía, audacia, búsqueda y, porque no decirlo, “no pedir tanto permiso” para actuar.
El trabajo y los desafíos están planteados, es la hora de comprometerse sin perder la alegría y el buen humor, con paz y, sobre todo, con pasión: “no tengo fuerzas para rendirme… hay que dar el salto de lo imposible”.