Semana ignaciana en ESADE
Durante la semana del 25 al 29 de abril, ESADE, centro universitario de la red Unijes, ha acogido varios actos ignacianos.
David Cabrera, jesuita, participó junto con Alba Marco y Silvia Molar en una mesa redonda sobre cómo “Reconocer, Vivir y Transitar las emociones”. Alba y Silvia son las psicólogas del Student Counselling de ESADE, responsables de la ayuda y atención psicológica a los alumnos. Un diálogo interesante, coordinado por Teresa Careta, directora de Campus Life, en el que se generó un animadísimo debate sobre nuestra dinámica emocional, las relaciones entre terapia y medicación o entre psicología y espiritualidad. Un debate que continuó con las preguntas del público y que dejó muy buenas impresiones y quizás la posibilidad de desarrollar nuevas colaboraciones en el futuro.
También acoge ESADE estos días una exposición sobre Santos Jesuitas que lanzaron nuestros los Colegios Mayores. Los paneles se pueden ver en distintos puntos del campus de Sant Cugat, incluida la Residencia Roberto de Nobili, que ha contado con un panel especial dedicado a este santo jesuita, que vivió la mayor parte de su vida apostólica en el sur de la India. En su diseño participó Steven Deva, jesuita de la Provincia india de Madurai.
Y el 27 de abril José García de Castro SJ impartió una conferencia sobre las “conversiones” de Ignacio de Loyola. Una bonita oportunidad de encuentro para la familia ignaciana y para profundizar en aspectos de la biografía de Ignacio. El acto fue moderado por Cristina Giménez, Directora de Identidad y Misión de ESADE.
En su exposición, el ponente habló de varias conversiones de Ignacio. Aunque la conocida por todos es la que tuvo lugar tras la herida de la bala de cañón en Pamplona, previamente, la caída en desgracia del Contador Mayor Vázquez de Cuéllar, habría significado una primera conversión a la realidad difícil de la vida. Más tarde, la crisis de Manresa, tener que abandonar Jerusalén o afincarse en Roma una vez creada la Compañía de Jesús, marcarían otros hitos en su proceso siempre más radical y profundo de entrega a la “voluntad de Dios”.