
Celebración de San Alonso Rodríguez en Palma el pasado 31 de octubre de 2023
En la iglesia de Ntra Sra del Socorro de Palma de los padres agustinos, celebrábamos el pasado 31 de octubre la fiesta de San Alonso Rodríguez (1532-1617), aquel sencillo hermano jesuita, portero del colegio de Montesión.
Presidió la eucaristía el Padre Juan Pablo Rodríguez SJ, socio de la provincia de España de la Compañía. En su homilía, realizó referencias al informe de Statu Societatis Iesu 2023 en el que padre general de la Compañía“nos recordó a todos los jesuitas que es mucho más importante ser que hacer y que lo que define al jesuita, o a quienes comparten la acción apostólica de la Compañía, es su identidad y no su actividad”.
Para el P. Juan Pablo en “San Alonso permanece inalterable una especie de principio y fundamento que, a modo de bienaventuranza, opera en su vida: la experiencia del amor y la misericordia de Dios y su condición de hijo. Una experiencia que, simultáneamente, le llevó a no aferrarse a un solo y único modo en el que Dios se le podía hacer presente, es decir, su arraigo en Dios le orientó al ejercicio constante de descubrir el paso de Este en los acontecimientos y en las perplejidades de su época y de su propia vida”.
La iglesia se llenó de fieles del santo patrón de Mallorca, especialmente de miembros de la comunidad educativa del colegio de Montesión y de las obras vinculadas al núcleo de Mallorca de la Compañía: Fundación Padre Montalvo, Monti-Sion Solidarios, CVX, Patronato Obrero, Parroquia de San Juan de Ávila, Hermandad del Rocío, Cofradía de El Silencio…
Finalizó la homilía explicando que “la vida de San Alonso tiene que ver con la que fue una de las grandes preocupaciones de San Ignacio: el tema de la profundidad interior, el captar la realidad desde la hondura que encierra y no desde lo inmediato o periférico que la rodea, la cuestión de la calidad y no de la cantidad… De él, de nuestro santo, sabemos algo que refleja esa hondura desde la que vivió: sus tareas, la atención a las cosas externas, sus ocupaciones diarias, su relación con los otros… no lograban disipar su centro espiritual ni eran un obstáculo para que su corazón permaneciera en Dios”.