Publicado: Miércoles, 01 Mayo 2024

Finaliza el curso de discernimiento, de los fundamentos antropológicos a los ejemplos bíblicos

Cincuenta personas han participado este mes de abril en el Curso de Discernimiento organizado por el Centro de Fe y Desarrollo de Valladolid. Tres sesiones enfocadas por tres teólogos profesores de la Universidad Pontificia Comillas - Francisco Ramírez Fueyo  Josep Giménez Meliá y Nurya Martínez-Gayol- que ahondaron en el concepto tan ignaciano y tan presente en la actualidad. Trataron de descifrar la incógnita ¿qué es voluntad de Dios? ¿Cómo saber lo que Dios quiere?  desde tres perspectivas distintas.

El primer análisis de Ramírez Fueyo se dirigió a responder a la pregunta ¿por qué es posible encontrar la voluntad de Dios? Y enumeró las razones teológicas que justifican al hombre para encontrar dicha voluntad: que el hombre ha sido creado para escoger lo bueno, porque ha sido creado a imagen de Dios, el pecado viene después. Porque la libertad en la que ha sido creado se destina a elegir el bien y porque gracias al ejemplo ofrecido por Cristo, discernir es conocerle y lograr imitarlo. Cerró su ponencia con cuatro ejemplos bíblicos de toma de decisiones y búsqueda de la voluntad de Dios.

El tema del discernimiento ni comienza ni se agota con el discernimiento ignaciano, pero es cierto que éste forma parte muy importante de la tradición espiritual de la Iglesia, como una concreción en una determinada espiritualidad marcada por la acción del Espíritu en nuestro interior. De todo ello dio cuenta Josep Giménez Meliá, ahondando en el sentido del discernimiento de espíritus, los conceptos de consolación y desolación, haciendo una síntesis de todos estos principios ignacianos y desgranando las claves del itinerario espiritual en san Ignacio.

Por último, Nurya Martínez-Gayol abordó el discernimiento desde sus dos fundamentos, el antropológico y el teológico, ofreciendo una visión global desde las dos claves. Para ella, el discernimiento es un modo de estar en el mundo que hace posible un cambio de paradigma de la sociedad aferrada en la civilización del éxito cuando el hombre es inacabado y vulnerable, capaz de herir y ser herido y también capaz de sanar, reparar y crecer. El hombre vulnerable a imagen de un Dios vulnerable que se abaja y condesciende para la unión de voluntades gracias a la oración, la realidad y los otros.

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