
Vivir, interiorizar y transmitir paz en Santander
Con motivo de la Jornada de la Paz que se celebró hace poco más de un mes, se vivió en Santander (en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús) un tiempo de calma, de paz y de silencio para pedir a Dios, el Dios del amor y de la paz, que llene la vida y que seamos transmisores de paz y de justicia en el mundo.
El lema de la celebración fue “Somos peregrinos esperanzados, caminando hacia la paz”, recordando el “Año Jubilar de la Esperanza activa”. Este momento lo preparó un grupo del Centro Loyola y por Entreculturas-Fe y Alegría-Cantabria. Silencios, cantos, oraciones, exposición de imágenes, música de fondo, y unas velas que cada uno portaba. Este era el ambiente que se creó y que ayudo a vivir momentos de interioridad y de súplica comunitaria a favor de la paz, la paz personal, familiar, social, y del mundo.
Las palabras del Papa Francisco en su mensaje para la Jornada de la Paz ayudaron y marcaron el horizonte oracional. El Papa expresa: “¡Concédenos tu paz, Señor! Esta es la oración que elevo a Dios, mientras envío mis mejores deseos para el año nuevo a los jefes de Estado y de Gobierno, a los responsables de las organizaciones internacionales, a los líderes de las diversas religiones, a todas las personas de buena voluntad. Perdona nuestras ofensas, Señor, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, y en este círculo de perdón concédenos tu paz, esa paz que sólo Tú puedes dar a quien se deja desarmar el corazón, a quien con esperanza quiere remitir las deudas de los propios hermanos, a quien sin temor confiesa de ser tu deudor, a quien no permanece sordo al grito de los más pobres.”
Ayudó pensar que hasta 91 veces se repite la palabra paz en el Nuevo Testamento. Por todos es sabido que la paz es mucho más que simple ausencia de guerra, y que la paz tiene que ver con la justicia, el reparto equitativo de los bienes de la tierra, con la reconciliación entre los seres humanos, entre las culturas y las religiones, entre hombres y mujeres, con el cuidado de la creación y con lo que construimos o destruimos en nuestro día a día. Como reflexión, hablaron de que como personas estamos bien dotados para construirla, y una de las herramientas que tenemos es el diálogo, la capacidad de escucharnos unos a otros, aunque suponga ceder un poco de lo mío para acercarme a lo tuyo.
La oración concluyó con el siguiente pensamiento de que con la paz Dios nos regala su bendición para que nosotros la transmitamos a los demás. Mientras cantaban, cada uno fue encendiendo las velas y cuando estuvieron todas encendidas, fueron poniendo la vela alrededor de la paloma de la paz en el gran cartel que estaba en el altar. Y, acabaron, pidiendo: “El Señor nos bendice y nos guarda, en nosotros hace brillar su luz nos concede su favor, nos muestra su rostro y nos da la paz”. Y un deseo. El Señor bendiga a toda la humanidad y conceda la Paz, fruto de la justicia y la fraternidad en el mundo.