Fueron tres domingos en los que hubo tiempo para todo: para la reflexión personal, para el diálogo en pareja, para dinámicas que nos empujaban a pensar con más verdad. Cada dinámica ofrecía una puerta para entrar con mayor profundidad en nuestra relación, provocando conversaciones y miradas que a menudo se nos escapan en el día a día.
Aunque nuestras historias eran distintas, la experiencia fue enriquecedora para todos. Al final, celebraron juntos una acción de gracias y compartimos la eucaristía en la iglesia de Ruiz Hernández, cerrando así este pequeño camino con el corazón sereno y con ganas de seguir cuidando lo que somos y lo que podemos llegar a ser.