Publicado: Jueves, 10 Julio 2025

Experiencia de jóvenes de 1º de Bachillerato en Loyola

65 alumnos de distintos colegios han participado en las intercolegiales de Loyola que tuvieron lugar a finales del mes de junio. Una experiencia dirigida en este caso a los alumnos de Bachillerato de los colegios de Santa María del Mar (A Coruña), Apóstol Santiago (Vigo), Inmaculada (Gijón), San José (Valladolid) y Nuestra Señora del Recuerdo (Madrid).

Dado el momento vital en el que se encuentran los alumnos, las intercolegiales son una oportunidad para profundizar en la vida y experiencia de San Ignacio. Ante la cercanía del final de su etapa escolar, las preguntas, dudas e inquietudes que viven en la transición de la adolescencia a la juventud encuentran sentido, respuestas y metas en la espiritualidad ignaciana.

En esta edición en concreto, han estado acompañados por un grupo de nueve adultos, formado por dos jesuitas, una universitaria y seis profesores. Uno de ellos, David Viso Carrera, ha querido compartir su testimonio, que os dejamos a continuación.

Aquí se entregó Dios a jóvenes de 1⁰ Bachillerato 

En los últimos días de junio un grupo de casi 80 personas (de una segunda tanda que sucedía a otro grupo anterior) nos reunimos de nuevo en Loyola, cuna de la Compañía de Jesús, para vivir una experiencia de Dios a corazón abierto.

Las personas acompañantes más veteranas de la experiencia comentaban que este año se cumplía el decimoquinto aniversario de este encuentro espiritual en el valle del Urola. Algún otro recordaba cómo, el siglo pasado, había llegado por primera vez a Loyola siendo alumno de 3⁰ BUP (el equivalente al 1⁰ de Bachillerato actual) en 1991, cuando se celebraba en todo el mundo el V Centenario del Nacimiento de San Ignacio.

La última eucaristía congregó a todo el grupo en la inigualable Capilla de la Conversión, presidida por la estatua sedente del Peregrino, con su libro en la mano izquierda y la mirada en contemplación de la Virgen, su Señora. Me resulta muy difícil expresar con palabras la experiencia de Dios allí vivida por grupos de jóvenes de Vigo, La Coruña, Gijón, Valladolid y Madrid. Experiencia de encuentro con Él, de vivencia en comunidad, de servicio a quienes más nos necesitan, de sentirnos Iglesia sinodal en salida.

La emocionante cercanía con Dios, la sincera profundidad de la fe expresada y compartida (“tanto o más en las obras que en las palabras”) y el agradecimiento sentido por estas chicas y chicos en las oraciones compartidas, en todas las celebraciones, en los talleres y dinámicas planteadas e incluso en los tiempos libres, comidas, visitas a los lugares ignacianos y veladas son un verdadero regalo para quienes acompañamos la experiencia. Es tierra sagrada. Es un milagro inspirado y lleno de esperanza. Es “la tierra prometida de toda persona dedicada a la pastoral”. Y es algo que se alinea a la perfección con la tercera preferencia apostólica universal.

A la vuelta, ya en el tren, preguntándoles por todo lo vivido, la valoración era unánime: Sobresaliente.

Y en mi opinión, habiendo presenciado esta inspiradora vivencia los dos últimos años seguidos, os puedo asegurar que, como reza la inscripción en la viga de madera de la capilla de la Conversión: aquí se entregó Dios a este grupo de jóvenes y aquí, también, se entregó esta ilusionante juventud a Dios… “para en todo amar y servir”.

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