
Madrid celebra a San Ignacio para mayor gloria de Dios
La Parroquia de San Francisco de Borja se llenó por completo la tarde del 31 de julio para celebrar la fiesta de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Una Eucaristía muy especial que congregó a feligreses de la parroquia junto a trabajadores, colaboradores, amigos y miembros de la familia ignaciana en Madrid, en un ambiente festivo, agradecido y profundamente espiritual.
La celebración estuvo presidida por el P. Pablo Guerrero SJ y contó con la concelebración de una veintena de sacerdotes jesuitas. El templo, con sus mejores galas, acogió una misa marcada por la belleza del acompañamiento del coro ignaciano de la plataforma apostólica, cuyas voces elevaron el sentido y la oración de cada momento de la liturgia.
Las lecturas ofrecían una invitación clara e ignaciana: vivir "para mayor gloria de Dios", como escribieron Pablo y san Ignacio, y ser imitadores de Cristo. Una llamada que sirvió de hilo conductor para la homilía.
Pablo Guerrero SJ destacó cómo los textos proclamados ese día recogían los grandes sueños de Ignacio para la Iglesia y para la Compañía. “La experiencia de Dios de Ignacio de Loyola es la de sentir dentro de sí un fuego que quiere inflamar el mundo”, afirmó. Ese fuego interior, añadió, le impulsó a buscar la voluntad de Dios, a dejarse guiar por ella y a formar a otros en ese mismo deseo.
“Ignacio imprime a fuego en la Compañía esta convicción: que el Creador se comunica con sus criaturas, y que podemos y debemos buscar y hallar a Dios en todas las cosas, tanto en la contemplación como en la acción”, explicó. Y subrayó que la gran fuerza que mueve a Ignacio —y que hoy sigue moviendo a tantos— es el agradecimiento: “Solo desde el agradecimiento profundo podemos amar y servir en todo”.
El Cristo que sedujo a Ignacio en los Ejercicios Espirituales —añadió— es el Cristo pobre y humillado, aquel que invita a darse sin reservas. Por eso, concluyó pidiendo oración por los jesuitas, “para que seamos fieles a lo que la Iglesia espera de nosotros”. Recordó que la misión de la Compañía es llegar “al corazón de la Iglesia y a las fronteras del mundo: trincheras sociales, encrucijadas ideológicas… ahí estamos, o deberíamos estar, llevando el Evangelio”. “Que Dios nos siga enseñando a entregarnos por entero para vivir y morir en nuestro servicio. Ese fue el sueño de Ignacio… y eso es lo que nos hace jesuitas”, concluyó.