
En tierra de todos, una mirada diferente al significado de pertenencia a la Iglesia
En tierra de todos, el último libro de José María Rodríguez Olaizola, es el punto de partida para un diálogo profundo y reflexionado sobre la iglesia del siglo XXI. Se sumerge en la pluralidad eclesial, la describe y muestra su vitalidad y esencia donde todos los creyentes pueden sentirse parte de ella.
Durante estos días se está presentando en diversas ciudades españolas. Este martes 18 de febrero ha sido en Madrid, en el Teatro Borja, y hace unos días era la Sala Borja de Valladolid la que acogió un primer encuentro en torno a este libro publicado por la editorial Sal Terrae.
Tanto en Valladolid como en Madrid, el autor estuvo acompañado por el también jesuita Antonio Allende, con quién estableció un diálogo apasionante en busca de las claves que configuran este ensayo: análisis sociológico, testimonio personal, exposición teología y la mirada amplia del autor ante las búsquedas e interrogantes siempre presentes.
“Este libro trata de responder a la misma pregunta que me hice cuando escribí En tierra de nadie, ¿por qué seguir?”, explicaba Olaizola. “Solo que ahora he cambiado yo, ha cambiado la sociedad, ha cambiado la iglesia donde es posible hablar de diversos temas. No es una segunda parte”.
En el núcleo del libro, la búsqueda de creyentes sólidos para una iglesia plural. El autor describe esa pluralidad creyente que a lo largo de la historia ha padecido determinadas actitudes que hacían tambalear su sentimiento de pertenencia: la mujer, las personas en situaciones diversas familiares, las personas de orientación homosexual, los jóvenes en tierra de nadie, los sacerdotes en tensión de dos vocaciones y la crisis de los abusos... “¿De todos estos temas, cuál crees que es más urgente hoy en día?", preguntaba Allende. Para el autor el tema de la mujer es fundamental. “Una sociedad donde se ha puesto de manifiesto el clamor por la igualdad, y la conciencia de que en la iglesia no se da la igualdad, sin reducirlo al tema del sacerdocio porque son muchos más, yo creo es lo más urgente hoy en día. Además esto afecta a la mitad de los miembros de la iglesia”.
Desgranadas las razones de tantos que siguen cuestionando el por qué seguir en la iglesia, la conversación se centra en la propuesta y horizonte de sentido que ofrece la iglesia. Lejos de prejuicios e inspirado en el amor que ofrece el Mensaje. Y desde ahí propone la mirada transformadora de la iglesia como comunidad, celebración, servicio y espacio de búsquedas: “A veces tienes que intentar transformar lo que amas o ayudarlo a crecer, pero no a base de ponerte enfrente y lanzarte al acoso y derribo, sino arrimando el hombro y siendo consciente de que el deseo de cambiar es convicción, es compromiso y es búsqueda compartida de la verdad. Una búsqueda en la que, además, uno reconoce que tampoco tiene todas las certidumbres, y tendrá que escuchar las razones de quien ve las cosas desde otra perspectiva”.
Ante esa mirada también admitieron las tensiones. La primera que los cambios van despacio, “pero llegan”. Y como respuesta ante eso, “paciencia”. Y la segunda, si ante la pregunta de si Jesús se encontraba en tierra de nadie, cabe preguntarse mejor si “yo quiero ser de los suyos”. “Ninguno nos podemos apropiar a Jesús”, decía. “Por eso no podemos dudar de que quienes están en otros lugares hasta los extremos también quieren ser de los suyos”.