
Balance de Servir Juntos Verano
Servir Juntos Verano 2020 ha sido una iniciativa que se ha desarrollado en 22 ciudades de España, con una participación de unas 800 personas, con el fin de dar respuesta durante los meses de julio y agosto a la crisis que nuestra sociedad atraviesa.
SERVIR. A todos nos ha llevado a salir de nuestras seguridades, comodidades, esquemas, círculos conocidos, para acercarnos a personas y contextos que están acusando especialmente este difícil momento. No hemos salido de nuestra ciudad, pero hemos conocido realidades dentro de ella que ni sabíamos que existían, que nos habían pasado tantas veces desapercibidas. Lo cual ha supuesto una oportunidad más clara de continuar con nuestro compromiso más allá de los días que duraba la iniciativa. Todos estos aspectos han sido fuertemente valorados por todos aquellos que hemos formado parte del SJV2020.
Hemos querido vivir un servicio que no se limitara a meras actividades y tareas, sino que hemos querido vivir desde nuestra fe. Buscando desde el principio, no salir atropelladamente a hacer algo, sino discerniendo dónde era más necesario, dónde con las fuerzas que contábamos sería más conveniente acudir, dónde sentíamos más el soplo de ese Espíritu que ha movilizado todo desde el inicio. Cuidando durante el tiempo que han durado las iniciativas los momentos de celebración, de profundización, de compartir, para no caer en un activismo estéril, para alimentar esos dos polos que tanto se interpelan y hacen fecundo nuestro servicio: la fe y la justicia.
JUNTOS. Rompiendo las parcelas desde las que solemos organizarlo todo, integrando la labor de los sectores de la Misión de la Compañía, uniendo fuerzas desde la familia ignaciana de la que tantos nos sentimos parte, y sintiéndonos Iglesia, en colaboración con tantos otros que formamos parte de este Cuerpo. Aquí brota un fuerte agradecimiento a tantas personas que, finalizando un curso tan duro, no han dudado en entregar su tiempo, sus esfuerzos y capacidades al servicio de este proyecto. Haciendo esa labor de las “medidas de levadura” de las que habla el Evangelio, un efecto fecundo y multiplicador que hace que el trabajo de unos pocos redunde y afecte a muchos. Gracias también a todas aquellas asociaciones e instituciones que nos han abierto las puertas para poder prestar un servicio. Habéis hecho que nos sintiéramos más parte de la Iglesia y de este mundo, de esa “barca donde estamos todos y somos llamados a remar juntos”. (Papa Francisco).
2020. Va a ser un año que todos vamos a recordar. Pero hay un ejercicio de memoria agradecida que es importante no olvidar. Es verdad que en mitad de lascircunstancias que nos rodean, nuestra labor ha tenido muchos límites, que no hemos conseguido sumar a todos los que hubiéramos deseado, que nuestro impacto ha sido muy pequeño ante la gravedad de todo lo que está ocurriendo. Pero, hay algo del olvido de uno mismo, de vivir lo sencillo, con los sencillos, de los vínculos que crea el servicio, del saber vivirlo en lo cotidiano, de un verano ‘austero’, de complicarnos la vida, que hablan de una fe, de una caridad y una esperanza que no son nuestras. A dónde nos lleva todo esto, ni lo sabemos, ni lo controlamos; lo que se nos pedía era no ser sordos a su llamada: “Vosotros buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura.” (Mt 6, 33)