Publicado: Lunes, 13 Diciembre 2021

Jesuiten Etxea, sumar fuerzas por la inclusión

“Me dieron la opción desde la coordinación de VOLPA de ponerme en contacto con Alboan en Euskadi y en concreto con la Fundación Ellacuría para participar como voluntario “intensivo” en un proyecto de hospitalidad para jóvenes marroquíes que están emprendiendo una nueva vida en tierras vascas y apuestan por su formación e integración para un futuro mejor”.

Quien así se expresa es Chema Lanillos, que realizó una formación del programa de voluntariado VOLPA y a través de él ha convivido durante 10 meses con 15 jóvenes marroquíes, les ha acompañado y ayudado “en la medida de mis posibilidades, estorbando lo menos posible” en el proyecto Jesuiten Etxea.
Aquí Chema ha desarrollado tareas sencillas de mantenimiento de la casa, además de apoyar con el idioma español practicando con los jóvenes, y de realizar arreglos en algunos pisos de acogida que tiene la Fundación Ellacuria.

Además de aprender mucho de la realidad de la migración de jóvenes desde el otro lado del Mediterráneo, Chema reconoce que ha tenido momentos interesantes como conocer las historias personales de los chicos. Algunos pasaron a España en patera, otros bajo camiones, etc. Algunos llegaron a España siendo menores y algunos han vivido en la calle varios meses hasta que el Covid los reunió a todos en un polideportivo y ahí empezó su historia juntos para posteriormente trasladarse a la casa y a su acompañamiento a cargo de Fundación Ellacuria.

Jesuiten Etxea es más que una casa. El edificio -anexo del complejo educativo del colegio San Jose Jesuitak ikastetxea de Durango en Bizkaia- acoge un proyecto que ofrece una nueva oportunidad a personas inmigrantes en situación de vulnerabilidad.
La iniciativa nace en 2007 con la intención de dar respuesta a la dramática realidad de las personas sin papeles. Los miembros de la Comunidad Jesuita de Durango decidieron abrir su casa a migrantes sin recursos y comenzaron a convivir con gente procedente del África subsahariana. A partir de entonces, tuvieron claro que Jesuiten Etxea no era un simple albergue.

En 2020 la Compañía de Jesús cerró la Comunidad de Durango y el proyecto de Jesuiten Etxea comenzó un nuevo camino. En la actualidad mantiene las mismas bases que el proyecto original: incorporación social a jóvenes extranjeros no acompañados en situación de extrema vulnerabilidad, y sin una solución residencial en el contexto de la pandemia.

El proyecto cuenta con personas profesionales y voluntarias, como Chema, que mantienen una relación puente entre la sociedad y los jóvenes. Profesorado,
terapeutas, educadoras, etc. que, con sus familias muchas veces, comparten tiempo y apoyo. La enseñanza del español, el deporte, disfrutar del entorno montañoso de Durango, “las comidas a lo hispano-marroquí, y compartir la discografía de raperos marroquíes” son sólo algunas de las actividades que les ocupan, como nos cuenta Chema Lanillos.

La visión de ciudadanía global congrega en torno a este proyecto a la Plataforma Loiola, a la Fundación Ellacuria, a San Jose Jesuitak ikastetxea, a la red de voluntarios de CVX Arrupe, y en este caso también a las ONG de Cooperación Internacional Alboan y Entreculturas, las cuales también contribuyen a este ejercicio de responsabilidad para construir una sociedad más justa.

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