Convocados, motivados y enviados a nuestra casa común
La mañana final del encuentro ha sido un momento de transición entre los días pasados y lo que nos espera en el día a día. Para poder pasar desde la dinámica de las propuestas, del actuar y del construir, del día anterior, a “una mañana de recoger, hacer memoria agradecida, celebrar el encuentro y sentirnos enviados a nuestro día cotidiano, a nuestra Galilea en este tiempo Pascual”, en palabras del coordinador a la Asamblea, Luis Arancibia.
El trabajó se condensó en una primera puesta en común de los talleres del día anterior, seguida por reuniones por plataforma, presentación de las conclusiones con un vídeo resumen y la eucaristía final.
Los siete grupos de talleres sintetizaron con trazo muy grueso lo principal de su trabajo. Entusiasmo, mucha creatividad e impulso se transparentaba en sus exposiciones. Junto a la multitud de ideas clave y de acciones concretas se repetían algunas intuiciones. Por ejemplo: la necesidad de un mapeo de proyectos y personas que estén trabajando ya en el Cuidado de la Casa Común, la relevancia de trabajar con otras espiritualidades y religiones, la certeza de que en esto hay que trabajar en red, la necesidad de la formación conjunta y también de la sintetización en manuales básicos y prácticos, el fomento de la espiritualidad en clave de conversión ecológica, los planes de sostenibilidad de las obras, la figura de los coordinadores en cada institución, el ser capaces de vivir esta preferencia a nivel personal con renuncias y nuevos estilos de vida, la importancia de la sensibilización y movilización externa, la visión transversal y holística en nuestras instituciones o el conectar lo local y lo global.
Precisamente ese descenso desde lo macro a lo micro fue la propuesta de trabajo en los talleres por plataformas apostólicas donde también abundó la creatividad y una mayor concreción de las posibilidades reales de poner en práctica mucho de lo generado a nivel de ideas en esta Asamblea.
La condensación de lo vivido se ofreció a través de imágenes en un precioso vídeo que se hará público en los próximos días. Las tres palabras conclusivas de Antonio España como cierre de esta Asamblea fueron: encuentro, esperanza y gracias. El agradecimiento a las muchas personas que lo han hecho posible y también un agradecimiento especial a Patxi Alvarez SJ y a Félix Revilla SJ.
La eucaristía final se celebró entre la sala plenaria y la solana de la cuarta planta, con una vistas espectaculares del monte. Llena de gestos simbólicos, como la danza de la reconciliación, estuvo presidida por el provincial. En su homilía, Antonio España SJ enlazaba la materia que hemos trabajado con el Domingo de la Misericordia que hoy celebramos: “La raíz de este encuentro es la llamada a colaborar en el Cuidado de la Casa Común. Es una invitación apremiante a la ecología integral para nuestro mundo (…) un tema muy difícil” en el que este domingo nos recuerda la importancia de la reconciliación: “Es decir, nos destruimos si vivimos enfrentados con Dios, con otros o con la Creación (CG 35, d.3, 32)”.
Bajo una mirada hacia el bien común en el cuidado de la Creación, el provincial invitó a los asistentes a poner ante Dios quiénes somos, qué vivimos y qué esperamos… para no vivir de forma aislada o autorreferencial y que él nos ayude a SER, VIVIR Y ESPERAR desde el Resucitado-Crucificado que reconcilia. ¿Quiénes somos?, se preguntaba, “somos una comunidad de hijos e hijas de Dios: llamados de diversa manera; o trabajando con mentalidades distintas; guiados desde experiencias dispares y en caminos variados, unos consagrados, otros en familia, todos desde la misión de Dios de RECONCILIACIÓN”. Que vivimos tocados por el Misterio, pero también vivimos el miedo ante el mundo y con el mundo, y a su vez vivimos el empuje de salir de nosotros mismos. Y de ahí, nos disponemos al, ¿Qué esperamos?: “Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo […] Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida” (LS 207). Como recuerdo, los presentes se llevaban una planta de tomillo.
Concluye una Asamblea alegre por la posibilidad del encuentro presencial, desafiante por la dificultad del reto al que se nos convocaba y motivadora por la savia compartida y generada al poner en común nuestra propia casa.
¡Puedes ver las fotos del encuentro en nuestro Flickr!
Además, el equipo organizador ha preparado este sitio web con materiales e información.