
Tiempo Pascual en Nador
El tiempo de Pascua, que culminó con la fiesta de Pentecostés, ha sido rico en acontecimientos, encuentros y vivencias para los jesuitas de Nador y para la pequeña comunidad cristiana con la que compartimos fe y vida en este rincón del mundo, en el que confluyen tan diversas personas, culturas, lenguas y nacionalidades.
Como preludio a la Semana Santa, una nutrida representación de la parroquia participó en la ordenación episcopal de Emilio Rocha OFM, celebrada solemnemente en la catedral de Tánger el 25 de marzo. Tras casi cuatro años de sede vacante, nuestra archidiócesis cuenta de nuevo con un pastor que anime y oriente la misión de la Iglesia en medio de la sociedad marroquí.
El triduo pascual se vivió con la intensidad acostumbrada. En él tuvimos la suerte de contar con la compañía de los participantes en la experiencia “Tarik Emaús”, promovida por CVX-España y por las comunidades jesuitas de Almería y Nador. Un pequeño grupo de laicos y laicas, sensibilizados a la cuestión migratoria, conocen en directo durante unos días la realidad de la Frontera Sur y tratan de “reflectir” sobre ella desde la oración ignaciana y el acompañamiento.
El domingo de la octava de Pascua, o de la divina misericordia, tuvimos la alegría de celebrar la confirmación de una joven de nuestra parroquia, algo que ocurre muy raramente en estas tierras de minoría cristiana. Emilio, consagrado obispo pocos días antes, administró por primera vez el sacramento, que Beatriz recibió en medio del júbilo de su familia y de toda la comunidad parroquial.
En las semanas siguientes hemos tenido varias visitas significativas, como la de la familia de Danilo, nuestro “maestrillo”, o la de Marta y Mari, dos alumnas de las Escuelas de San José de Valencia, que hacen sus prácticas (grado superior en integración social) en el Centro Baraka, donde trabajamos por la formación de los jóvenes y mujeres nadoríes. Y, ya en vísperas de Pentecostés, han llegado también Ángel Serrano, director de la Fundación Tomillo, y tres colaboradoras de esta institución madrileña, con quienes hemos podido intercambiar experiencias y reflexionar sobre posibles sinergias.
Todos estos encuentros, que son ocasión de enriquecimiento y de apertura a otras personas, nos aportan ánimo y esperanza; en el fondo, nos ayudan a sentir, en medio de nuestros trabajos cotidianos, los “verdaderos y santísimos efectos” de la resurrección del Señor.