Familia ignaciana en salida
El P. General de la Compañía, Arturo Sosa SJ, tuvo este miércoles 5 de noviembre una intensa parada en su visita a España. Una jornada para conocer la realidad de una tierra que estos días vive el aniversario de las heridas que le desgarraron hace un año. Heridas de las que surgió también la luz de la esperanza, del apoyo al prójimo, de la encarnación del Evangelio en tanta gente de buena voluntad. Eso también lo ha conocido el General, entre las marcas aún de la altura que el agua alcanzó con el desborde de la rambla del Poyo, donde aún también continúan los trabajos de recuperación.
Ya en su primera parada en Valencia, Arturo Sosa SJ pudo escuchar los ecos que aún resuenan de aquellos días de hace un año. El arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, le puso en situación. “Tardé hasta tres días en localizar a algunos de los párrocos de las zonas afectadas”, le contó. Para luego darle detalles de “todo el trabajo que hizo la Iglesia aquellos días”. Por ejemplo, cómo las parroquias se convirtieron en servicios abiertos para quienes lo habían perdido todo, cómo se pusieron al servicio de su pueblo en sus momentos más duros.
La cordial reunión en el Arzobispado, tuvo un momento especial cuando Monseñor Benavent mostró una cruz pectoral de misionero que, según le contó la feligresa que se la regaló, perteneció al Padre Arrupe.
A continuación, el Superior General -acompañado del Provincial de España, Enric Puiggròs SJ, del asistente regional de Europa meridional de la Compañía, Cipriano Díaz Marcos SJ, y del delegado de la Plataforma Mediterránea, Abel Toraño SJ- se desplazó hasta las Escuelas San José. El emblemático colegio jesuita de Valencia (más de 150 años le contemplan) tiene todavía en su entrada un recuerdo para l’Horta Sud, la comarca afectada por la DANA.
Allí Arturo Sosa, guiado por el director del centro, Pedro Giner, recorrió las aulas y pudo charlar con alumnado de Primaria y FP, además de con una de las unidades de UECO, el proyecto pionero para el alumnado que presenta necesidades educativas especiales. Como cierre, el Padre General tuvo un encuentro con la comunidad de jesuitas. Las Escuelas se volcaron para ayudar a los afectados por la DANA hace un año y se convirtieron en un centro logístico y de acogida.
El General recorrió ese hilo invisible que une a las Escuelas con Paiporta y se desplazó por la tarde hasta esa localidad de l’Horta Sud. Allí pudo conocer y se interesó por la colaboración de la Compañía en la recuperación de los locales de Cáritas. Quedaron devastados hace un año y las manos de decenas de jóvenes voluntarios vinculados a las obras jesuitas colaboraron para rehabilitar un espacio que hoy ya está operativo para seguir dando atención a quienes más lo necesitan.
El punto y final de la jornada fue el abrazo de la familia ignaciana en el Centro Arrupe de Valencia, que se llenó para recibir al General. Arturo Sosa charló en una mesa redonda sobre los temas que le fueron planteando, como la juventud y su nueva relación con la fe o la inmigración. “Ningún pueblo viene de sí mismo, el cristianismo floreció cuando salió de sí mismo. Tuvo la capacidad de abrirse a la diferencia, a ser universal”, recordó el Superior General.
La celebración de la Eucaristía, en la fiesta de la fiesta de todos los santos y beatos de la Compañía de Jesús, en la que Sosa recordó la importancia para la Compañía de las vocaciones de los presbíteros, los hermanos, pero también de todos aquellos que comparten la misión. El punto y final fue una cena picaeta en la que hubo tiempo para que la familia ignaciana pudiera charlar más en particular con Arturo Sosa. Entre marcas de agua y manos tendidas, el Evangelio volvió a hacerse casa en Valencia.