Publicado: Jueves, 06 Noviembre 2025

Un año acompañando la reconstrucción en Valencia

Un año después de las lluvias torrenciales que asolaron la Comunidad Valenciana el 29 de octubre de 2024, la Compañía de Jesús mantiene activa una red de acompañamiento que nació en la emergencia y hoy sigue sosteniendo procesos de reconstrucción social, educativa y espiritual. La respuesta articuló a Centro Arrupe, Escuelas San José, Entreculturas y Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) Valencia –con el apoyo del Sector Social (Jesuitas Social), Educsi y Alboan– y se desplegó en 17 municipios, priorizando a personas y zonas más vulnerables.

El jesuita Abel Toraño, delegado de la Plataforma Apostólica Mediterránea, resume los primeros días con franqueza: “Debemos reconocerlo: al principio, no sabíamos qué hacer; pero sí sabíamos dos cosas: teníamos que mostrar la mayor cercanía posible a tantas personas que estaban sufriendo y teníamos que aunar esfuerzos para hacer llegar nuestra solidaridad: todos a una.” Esa intuición se convirtió en un movimiento amplio de ayuda que implicó a obras, comunidades y ciudadanía. “Nos pusimos en marcha. No fue fácil, pero sí fue posible”, recuerda.

En la fase inicial se cubrieron necesidades básicas y se habilitaron recursos de acogida: 29 familias con vivienda dañada fueron acogidas o reubicadas; 690 personas accedieron a ayudas alimentarias y 520 recibieron kits de ropa e higiene. Se cedieron 5 vehículos a familias en situación de emergencia y se distribuyeron 10 bombas de achique para evacuar agua en municipios como Paiporta y Catarroja. Además, se facilitó la limpieza y reapertura parcial de la Casa de Ejercicios “La Purísima” (Alaquàs), que ofreció refugio a 206 personas desplazadas, y se rehabilitó íntegramente el local de Cáritas Parroquial de Paiporta para retomar la atención a unas 1.000 familias.

En paralelo, los espacios de Escuelas San José y Centro Arrupe se convirtieron en centros logísticos de acopio de víveres y en aulas provisionales para alumnado afectado, mientras se organizaban vigilias y encuentros de oración para “hacer pausa, y reavivar nuestro deseo de esperanza”. La casa de ejercicios acogió grupos de voluntariado de toda España; en Paiporta se impulsó la reconstrucción de locales de Cáritas y un campo de trabajo juvenil en Navidad. El SJM activó una campaña de hospitalidad con migrantes afectados y Entreculturas articuló jornadas formativas y redes de apoyo vecinal.

Educación, ciudadanía y cuidado psicoemocional

La comunidad educativa tuvo un papel decisivo: se distribuyó material a más de 70 centros; 300 estudiantes del colegio Vedat de Torrent fueron acogidos durante 10 días; y se puso en marcha el programa “Espai Xarxa: La solidaritat ens dona un respir”, con 530 jóvenes y docentes, para expresión emocional y reconstrucción colectiva. A ello se sumaron el “Espai Xarxa Itinerante”, una conferencia de José María Rodríguez Olaizola, SJ, un campo de trabajo navideño con 40 jóvenes, tres carreras solidarias con casi 500 participantes y acciones de sensibilización (Agenda 2030, Objetivo de Desarrollo Sostenible, cambio climático) que alcanzaron a 5.000 personas.

El SJM Valencia ofreció acogida temporal en el Hogar Jesús-María a 35 personas migrantes desplazadas; brindó asesoramiento jurídico a aproximadamente 75 personas y apoyo psicológico a 18 mujeres y 6 menores; reactivó itinerarios de inserción sociolaboral y desplegó sesiones informativas en barrios como Alfafar, Paiporta y Benetússer (200 personas) para facilitar el acceso a derechos y recursos básicos.

Comunidad que permanece

El trabajo conjunto de obras jesuitas y tejido vecinal en Paiporta ha originado una red comunitaria que hoy acompaña a más de 200 familias con alimentos, apoyo administrativo, grupos de escucha y movilidad, entre otros servicios. En total, las acciones de respuesta han atendido de forma directa a 3.434 personas y han involucrado a 7.661 más en actividades de sensibilización, voluntariado y acompañamiento espiritual.

La reconstrucción, subraya el P. Toraño, será larga: “Ha pasado un año; pero la huella que ha dejado la riada aún permanece. Se estima que durará dos o tres años más.” En ese camino, la esperanza es motor y método: “Es horizonte y es compromiso... es, a la vez, perseverancia en el trabajo.” De ahí su imagen más recordada: “la esperanza que nos saca del fango, es la misma esperanza que nos lleva al fango.”

Porque la reconstrucción –como recuerda el balance del primer año– “no acaba cuando se levantan las paredes, sino cuando las personas recuperan su confianza, su lugar y su voz”. El barro se secó, pero la solidaridad permanece.

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