“La Compañía está más comprometida que nunca en la reconciliación y la justicia”
El Padre General ha cerrado este viernes su visita a la Plataforma Apostólica Mediterránea y ya solo le queda una última parada en España, la de este sábado en un encuentro con los superiores de las comunidades jesuitas en nuestra Provincia. Esta penúltima jornada Arturo Sosa SJ ha conocido la realidad de la familia ignaciana en Alicante, representada en dos obras educativas emblemáticas en la ciudad: el Colegio Inmaculada y el Nazaret.
La mañana de este viernes, 7 de noviembre, comenzaba en la Inmaculada donde al General apenas le quedaron cosas por hacer: conoció las aulas, departió con el alumnado, visitó el huerto ‘Laudato Si’’ se atrevió incluso a lanzar a canasta en una clase de Educación Física y bendijo el nuevo espacio del colegio, el aula de la naturaleza. Las visitas a los colegios han dado para tanto que merecen una crónica aparte.
De la Inmaculada, uno de los colegios con más hectáreas de terreno de la Compañía en España, el General se desplazó hasta Nazaret. Es una obra especial, un centro dedicado a los más vulnerables. Y la visita arrancó por los pisos de protección, que acogen a menores de entre 6 y 18 años que son derivados por Servicios Sociales. Allí Arturo Sosa se interesó por la labor de los educadores sociales y atendió a los detalles que le iba contando Nuria Gabaldón, la directora de los centros de protección Nazaret. Detalles sobre vidas muy complicadas de niños, niñas y jóvenes que necesitan un entorno que les dé protección y confianza. “Este lugar es un testimonio de creer en el otro, de creer en los chicos y chicas que vienen de situaciones muy complicadas. No todo educador está tan dispuesto a la flexibilidad, porque aquí no hay nada previsto”, concluía. Frente a los pisos está el colegio Nazaret, donde Arturo Sosa fue interrogado por el alumnado una vez más, como en cada una de las varias aulas que ha visitado durante su estancia en España.
Ya por la tarde, tras la visita al obispo de Orihuela-Alicante, Monseñor José Ignacio Munilla, el General volvió al colegio Inmaculada para celebrar el encuentro con la familia ignaciana alicantina. Un rato en el que charló sobre los temas que le fueron planteando los alumnos y alumnas, y no eludió ninguno.
Recordó que “el sentido de la educación que ofrece la Compañía es presentar nuestra fe”. “Tenemos una identidad que no ocultamos. Hoy la mayoría de escuelas jesuitas están en países donde el cristianismo es absolutamente minoritario”, subrayó, “pero son escuelas con identidad jesuita”.
Entre los temas que abordó en Alicante están los casos de abusos en el seno de la Compañía. Le preguntaron por ello, apenas unos días después de recibir con dolor la noticia de que un jesuita haya sido acusado de abusos que habría cometido, precisamente, en Alicante en la primera década de este siglo. Arturo Sosa fue tajante: “La Compañía de Jesús ha trabajado intensamente los últimos 20 años. Primero, para reconocer el problema”. También enfatizó que la Compañía en estas dos décadas “ha aprendido a poner a la víctima en primer lugar. Y se le pone teniendo el coraje, aunque produzca dolor, de creerle, porque muchas veces el sufrimiento de las víctimas también está en que no se les cree”. Para Sosa, es imprescindible “crear las condiciones para que esa persona pueda contar lo que ha sufrido”.
Un trabajo que continúa, como se hizo en las obras jesuitas, por la implantación de protocolos claros. Pero aun así, recordó, “con todo eso no basta, por eso la Compañía está comprometida en crear entornos seguros en nuestras instituciones”.
También le preguntaron por el binomio Fe-Justicia, 50 años después de aquel Decreto 4 de la Congregación General de la Compañía. Un binomio que sigue vivo y renovado de la mano de una palabra: reconciliación. “La justicia está asociada a reconciliarnos como pueblos, personas, religiones… La Compañía está más comprometida que nunca con la reconciliación y la justicia, y no es una tarea para nosotros solos, sino con otros, en colaboración”, sentenció Arturo Sosa SJ. El cierre en Alicante lo pusieron la misa y el picoteo mediterráneo, que no fue sino, de nuevo, el abrazo fraterno de la familia ignaciana junto al Padre General de la Compañía.