
Sal Terrae, en memoria de uno de sus autores, José Vicente Bonet sj
Sal Terrae despide con gratitud a uno de sus autores, el jesuita José Vicente Bonet (Valencia 1923-2014), que ha fallecido de una insuficiencia respiratoria en la madrugada de hoy 18 de noviembre a los 91 años. Un humanista que formó parte de la Compañía de Jesús durante 75 años de su vida marcada por la Guerra Civil, en la que murió su madre, y su contacto con Anthony de Mello, «cuya influencia dejó una huella profunda de libertad en mi vida», reconocía él mismo en su web. Estudió Física en la Universidad de St. Louis (EE.UU.) y a partir de 1955 se dedicó a enseñarla en el St. Xavier's College Bombay. India fue su primer destino y el lugar donde vivió más de 30 años, hasta 1988. Allí estudió Teología, se ordenó sacerdote y se jubiló de la docencia incorporándose en el Instituto Sádhana fundado por De Mello. A su regreso a España se incorporó al Centro Arrupe de Valencia donde dirigió cursos de autoestima y estrés. Fue entonces cuando plasmó en sus libros su conocimiento del hombre y de su psicologia desde la autoestima, un concepto desgranado en su primer libro Sé amigo de ti mismo. Manual de autoestima, publicado por Sal Terrae en 1994. De él se imprimieron nueve ediciones y fue traducido a varios idiomas. Después llegaron otros libros dedicados a ahondar en la psicología humana: Aprender a quererse (1998) y Tony de Mello: vivir en plenitud. Lo que aprendí y viví con Tony de Mello. Ocho rasgos de su pedagogía (1999), ambos con ediciones Manantial. En todos ellos rebosaba una sensibilidad heredada de su admirado compañero y maestro jesuita.
Un recuerdo especial y agradecido por parte de quienes han compartido su vida y han crecido con sus escritos. Con estos versos de Blanco Vega que el mismo José Vicente destacó de manera especial en Sal Terrae ...y tengo amor a lo visible, un recuerdo desde el cariño y la gratitud:
Porque sé que nací para salvarme
y tengo que morir –es infalible–,
porque dejar de verte y condenarme
sólo con otro dios será posible,
por eso río, duermo, quiero holgarme
Señor, y tengo amor a lo visible.
Y sólo me pregunto en qué me encanto
cuando huyo de la vida por ser santo.
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