Publicado: Martes, 27 Enero 2015

Más cerca de la Cueva original

Las reformas que se han empezado a llevar a cabo en la Cueva de San Ignacio, en Manresa, van a permitir descubrir este espacio acercándose a la experiencia original que tuvo Ignacio, hace casi quinientos años. En este artículo, el jesuita Xavier Melloni, de la comunidad de Manresa, nos cuenta qué actuaciones se van a realizar y cómo se va recuperar la atmósfera de roca y piedra de la Cueva original.

"Cada generación tiene su manera de expresar la búsqueda de Dios y de venerar los lugares donde esta búsqueda se ha producido con profundidad y autenticidad. Esto es lo que sucede en la Cueva de San Ignacio, en Manresa. Cuando Ignacio llegó hace casi quinientos años, era una cueva abierta sobre el río Cardener, desde donde se divisaba la silueta de la montaña de Montserrat. De este modo se incorporaba a una tradición eremítica anterior, presente en la ciudad. El Peregrino eligió la roca desnuda, como desnuda fue su experiencia mística. Con el paso de los siglos, las diversas generaciones han venerado este sitio incorporando elementos que eran significativos en su tiempo como retablos, estucos o mármoles, para preservar la sacralidad del lugar. La última modificación fue hecha a principios del siglo XX, con la reforma del vestíbulo que precede a la cueva, de estilo modernista. Además de los vitrales, mosaicos y bajo relieves hechos por Martin Coronas sj, destacan los dos espléndidos ángeles de bronce de Josep Llimona en el umbral de la Cueva. El uno representa la vía ascética y el otro la vía mística, es decir, el hacer y el dejarse hacer propios de toda práctica espiritual.

Próximos al quinto centenario del paso del Peregrino por la Cueva, la sensibilidad de nuestro tiempo nos lleva a acercarnos lo más posible a la desnudez del lugar que él conoció. Al recuperar la atmósfera de roca y piedra, posibilitamos que todas las generaciones se encuentren en el punto de partida, respetando también la sedimentación de la tradición. Se trata del mismo criterio que se tuvo con la reforma de la casa-torre de Loyola en 1991, cuando se celebró el quinto centenario de su nacimiento, así como con las habitaciones (le Camerette) donde San Ignacio vivió los últimos años de su vida en Roma. La intervención ha sido largamente reflexionada y consultada con el P. General de la Compañía de Jesús. Él mismo la apoyó explícitamente cuando pasó por Manresa en noviembre de 2008.

Tres son las intervenciones más relevantes: en primer lugar, encontraremos la Cueva más cerca de su estado original para lo que se retirará el arrimadero de mármol (de 1900) que cubre la parte inferior de la pared derecha, dejando a la vista la roca; en segundo lugar, se colocará una mampara de vidrio en la entrada del vestíbulo que nos lleva a la cueva para favorecer ya desde lejos un clima de recogimiento y de oración; en tercer lugar, se desplazará la ubicación actual de la pequeña tienda para liberar un espacio donde ofrecer las explicaciones a los visitantes. Este espacio estará enriquecido por diferentes elementos, donde destacará el arrimadero de mármol procedente de la Cueva así como la puerta que desde 1625 hasta comienzos del siglo XX protegía la entrada.

Con estas modestas modificaciones, la comunidad de Jesuitas de Manresa creemos que se favorece un contacto más directo con la experiencia que tuvo San Ignacio. De hecho, esta cueva contiene dos características que reflejan la esencia de la espiritualidad ignaciana: es recogida y abierta al mismo tiempo, es decir, conjuga contemplación y acción, interioridad y apertura al mundo, fecundas tensiones que se conjugan en este espacio, que cada vez es más visitado por personas de todo el mundo que vienen aquí a inspirarse."

ver +

también te puede interesar