Pascua Joven de Nazaret 2015
Tenemos la intuición de que la muerte, la opresión y el fracaso no tienen la última palabra ni en nuestra vida ni en nuestro mundo. De que es la Vida la que acaba pronunciando su palabra y su liberación. Que ella es profundamente contagiosa, y que en ese contagio no somos ni los primeros ni los últimos. Con esta intuición, con esta experiencia convertidas en lema (“Un fuego que enciende otros fuegos”), volvimos este año a celebrar la Pascua Joven en Nazaret (Alicante).
Esta vez participaron en ella 45 jóvenes de entre 16 y 18 años de las Escuelas San José de Valencia, acompañados por 6 exalumnos nuestros, 6 educadores/as de las Escuelas, 10 compañeros/as de la CVX “Ignacio Ellacuría” de Valencia y 2 padres de una alumna nuestra, además de 12 niños/as (entre los 2 y los 11 años de edad) y de 2 compañeros jesuitas: Jesús Giménez (sacerdote todoterreno) y Miquel Joan Escuer (un fantástico fichaje para este año).
Cuatro días de Semana Santa de celebración, de contemplación, de reflexión, de diálogo, de encuentro, de canto, de oración y convivencia, de ponernos a tiro de Dios y de los otros, de este mundo hermoso que, atravesado por la cruz y la injusticia, merece también ser salvado.
En nuestra memoria de esos días: el aprender a descalzarnos y a colgar el manto antes de servir, el testimonio de nuestros amigos de Nazaret (entregados en el servicio a los más pobres), la eucaristía y el lavatorio de los pies, la oración acompañada en la Hora Santa, las contemplaciones pascuales “de papel” del amigo Olaizola convertidas en dinámicas y oración, el Camino de la Cruz (el de Cristo en Jerusalén y el camino, hoy, de los crucificados y los nadies de nuestro tiempo actual), los oficios del Viernes, la cena injusta que comimos tal como se come hoy en nuestro mundo, aquella oración ante la Cruz y aquellos abrazos finales de la Reconciliación (recordando también la reciente experiencia en Taizé de muchos de estos jóvenes), los reencuentros del Camino de Emaús, el contagioso fuego renovado de la Vigilia Pascual, y la Fiesta final de Resurrección, toda alegría.
También desde aquí queremos agradecer, de corazón, la generosidad y la disponibilidad de nuestros amigos y amigas del Colegio Nazaret y del barrio (Arantxa, Joaquín, Leoncio, Danisa, Andrea, Manolo...), que nos volvieron a acoger este año, poniendo su centro a total disposición de esta experiencia joven, por su testimonio de fe y de servicio, por su presencia cercana y cómplice: en fin, por seguir constatando con su vida (ante estos jóvenes) que el descompromiso, la muerte y el fracaso jamás tendrán la última palabra, y que hay un fuego de vida plena que ya va encendiendo otros fuegos.
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