Publicado: Miércoles, 09 Septiembre 2015

Escuela de verano en el Centro Penitenciario de Valencia-Picassent

La Pastoral Penitenciaria de Valencia, organiza en julio o agosto una escuela de verano dentro del Centro Penitenciario. Meses en los que se para la actividad y talleres diversos por las vacaciones de los voluntarios y maestros.

"Para la gente de la calle la cárcel nunca viene de paso. En cambio, para los que están dentro no es otra cosa que una espera más corta o más larga hasta la libertad.

La primera quincena de agosto, algunos universitarios y dos jesuitas, Miquel y Fonfo, nos hemos acercado a esa espera. Ha sido en el Centro Penitenciario de Valencia-Picassent, el más grande de España, cerca de unos 2.400 internos, participando de la Escuela de verano. Esta espera a menudo está llena de incertidumbre, tiempos muertos o soledad. También e enfrentarse con uno mismo, de superación y reconciliación.

Nuestra colaboración ha sido desde el Piso de Acogida Claver; un hogar de jesuitas donde Jesús Giménez SJ y Mariano Moragues SJ hace ya tres años que viven con los internos que salen de permiso o que llevan pulsera telemática. Hogar donde se respira buen ambiente y la vida se comparte. Es aquí donde Jesucristo se deja ver; en conversaciones, ratos enfrente de la tele o celebrando la misa los fines de semana... Uno siente que el terreno que pisa es sagrado porque las personas, cansadas de barreras físicas, abren su vida cotidiana a quienes se quieren acercar.

En la Escuela hemos realizado talleres de informática, música y lengua, habilidades sociales y deporte, para entrar en una dinámica diferente, aunque sea por unos días. Este espacio ha sido bueno para todos, los privados de libertad han podido expresarse con libertad y los voluntarios hemos visto, aunque sea por poco tiempo, la vida de la prisión, sin tapujos. Y comiendo lo que ellos comen en los módulos.

Esta ha sido una experiencia de lidiar con el fracaso. El sistema penitenciario es bueno en teoría, en la práctica hay muchas manos buenas trabajando y colaborando , pero también he visto personas con historias duras en las que la propia dinámica de la cárcel hace mella y les va desgastando anímicamente. Mi oración al pasar por allí se ha llenado de nombres que me alientan en ese camino de vivir mi fe unida a la justicia, y una justicia que tenga fe en los hombres y en las mujeres.

Ojalá que en los lugares que la gente vive sin libertad sigan hablándonos de Dios, ya que Él quiso estar en el que sufre, para que sea Él quien hable y no nuestras palabras.

  Miquel Escuer SJ

ver +