Entreculturas participó en el Congreso Internacional de Fe y Alegría
Entre el 16 y el 18 de octubre tuvo en Barranquilla (Colombia) el XLV Congreso Internacional de Fe y Alegría con la nota especial de que este año estuvo protagonizado por jóvenes de entre 16 y 22 años representantes de las juventudes de cada país en el que está presente la Federación, incluida España. El título fue "Culturas juveniles, ciudadanía y paz". Su objetivo era dialogar en torno a lo que supone ser una mujer joven y un hombre joven hoy: quiénes son, qué hacen, cuáles son sus dificultades, cuáles las demandas de sus contextos y cómo pueden contribuir a generar una cultura de participación activa y de paz en sus lugares de origen y en el mundo (Web oficial del Congreso "Culturas Juveniles, Ciudadanía y Paz")
Por parte de Entreculturas participaron en el Congreso Carlos Latorre (Valencia), José Manuel Olivo (Sevilla) y Alba Campos (Murcia), de 19, 21 y 18 años respectivamente, en representación de los más de 2.200 integrantes de la Red Solidaria de Jóvenes, que fueron acompaños con Yenifer López, del Departamento de Educación para el Desarrollo de Entreculturas.
Además, tras el Congreso tuvo lugar una reunión de Directores de Fe y Alegría donde Entreculturas estuvo presente con Daniel Villanueva SJ, su Director, Luis Arancibia, su Director Adjunto, Pablo Funes, Responsable Proyectos de África y Ramón Almansa, Responsable de Cooperación.
“Culturas juveniles, ciudadanía y paz”
Según el último informe de Naciones Unidas sobre el ‘Estado de la población mundial’, hay unos 1.800 millones de jóvenes en nuestro planeta. Esto significa que más de un 25% de la población mundial tiene hoy entre 10 y 24 años de edad.
La adolescencia y la juventud son etapas especiales para el desarrollo de las potencialidades hacia una vida con dignidad y hacia una participación responsable en la esfera pública. Fe y Alegría lo tiene claro y habla de “juventud” desde un enfoque inclusivo, de derechos humanos, de género y generacional como un reconocimiento a la diversidad de personas y de realidades. Porque existe mucha complejidad y muchas diferencias entre los y las jóvenes hoy en día en función de los contextos sociales, culturales, políticos y económicos.
Entrescuelas, un laboratorio de ciudadanía global
En Entreculturas estamos convencidos de que los jóvenes son los protagonistas del cambio y la transformación que queremos, y por eso nos parece tan importante facilitar su participación y servir de altavoz para que sus puntos de vista se escuchen, ya que así se fomentará de manera más eficaz su compromiso con los desafíos globales.
En esta línea, llevamos casi 15 años impulsando la Red Solidaria de Jóvenes, un programa de participación juvenil dirigido a adolescentes de entre 12 y 18 años que realizamos en colaboración con los centros escolares y otras instituciones educativas como asociaciones, programas municipales, etc. A través de la formación, el intercambio de experiencias y la realización de acciones solidarias se fomenta que los y las participantes desarrollen actitudes y valores de solidaridad, experimentan que el cambio social es posible, mejoren su desarrollo cognitivo y adquieran capacidades básicas para el ejercicio de una ciudadanía global; además contribuye a la prevención de conductas de riesgo, así como a la mejora de la integración social, de la cohesión y la convivencia en el centro educativo o la comunidad.
Con ello enriquecemos nuestra tradición de Educación Popular con los componentes de la Educación para la Ciudadanía Global, de forma que la humanidad se convierta en comunidad de pertenencia y espacio de participación sociopolítica.
En los ocho últimos años, además, hemos intensificado la colaboración con nuestros socios estratégicos, Fe y Alegría y Servicio Jesuita a Refugiados, con el objetivo de ofrecer a los y las jóvenes de distintos países oportunidades para ejercer, de manera concreta, la ciudadanía global. A esta línea de acción la hemos llamado Entrescuelas, porque creemos que tendiendo puentes entre contextos educativos de distintas realidades culturales, geográficas y socioeconómicas, podemos convertir nuestras escuelas en “laboratorios de ciudadanía global”.
Estas experiencias ayudan a los jóvenes a desarrollar una identidad cosmopolita compatible con el arraigo y la valoración positiva de sus identidades locales, así como con el respeto a distintas identidades culturales; a construir diagnósticos compartidos sobre los problemas que les afectan, analizando las cadenas de interdependencia entre lo local y lo global; y a elaborar nuevas narrativas que ayuden a la juventud mundial a afrontar los grandes desafíos globales como la pobreza y la desigualdad extrema, la violencia y la degradación ambiental.
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