Publicado: Sábado, 07 Mayo 2016

Restauración de los retablos e imágenes de la Iglesia de los Jesuitas de Donostia

El viernes 6 de mayo se inauguró la restauración de los retablos e imágenes de la Iglesia del Sagrado Corazón en San Sebastián, más conocida como Jesuitas, tras nueve meses de intenso trabajo en los que el culto ha tenido que convivir con los andamios. Pero la espera ha merecido la pena. El patrimonio artístico, escultórico y pictórico que el templo atesora luce ahora su colorido original con renovado lustre.

El acto de inauguración comenzó con las palabras de agradecimiento del superior de la comunidad de jesuitas, Carlos Fraile SJ, dirigidas a todos: a los fieles asiduos a la iglesia «por vuestra ayuda, por vuestra paciencia, por vuestras propuestas y críticas»; a la empresa Amenabar por ceder la estructura necesaria; y, muy especialmente, al restaurador, José Luís Lomas, que ha realizado todo el trabajo de forma desinteresada, por su amor a San Ignacio y a la Compañía. 

A continuación, los asistentes pudieron disfrutar de las explicaciones de Lomas, que fue desgranando los detalles de la restauración de cada pieza: retablos, esculturas, lienzos, etc. Nueve meses con pinceles, ácidos, herramientas, idas y venidas al taller, y mucho amor por su trabajo. Un trabajo que es arte, técnica y también oración, encuentro con Dios.

Por último ofreció una conferencia el director del museo diocesano, Edorta Kortadi, que describió, con sabiduría pero de forma sencilla y entretenida, el valor artístico de esta Iglesia que ha marcado el devenir de la ciudad en los últimos 110 años. Destacó sus esculturas modernistas, los dos espectaculares lienzos de la entrada ―de autor desconocido― con escenas de San Ignacio y, muy especialmente, el magnífico retablo de mármol y madera, «uno de los mejores del siglo XIX en Gipuzkoa». Se lamentaba, con humor, de que en otros lugares, la Iglesia de los Jesuitas estaría en las guías para los visitantes de la ciudad, pero aquí parece que la cultura se limita al «pintxo»  –o «pintxopote», decía, que es lo que ahora se lleva―.

La Iglesia ha recuperado su esplendor original. Una razón más para acercarse a este templo para todos aquellos que no lo conozcan, y un motivo de orgullo y satisfacción para todos los fieles que ya acuden a diario ―se trata de uno de los templos más activos de la ciudad―. Como decía Carlos Fraile SJ: que este siga siendo un lugar «cálido, de experiencia, de encuentro con cada uno de nosotros, con Dios y con los hermanos».

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