Publicado: Miércoles, 17 Agosto 2016

La presencia de Dios en mi experiencia

Un verano para ellos es una experiencia organizada por la comunidad de las Religiosas de Jesús-María del Polígono Sur (Sevilla), para ofrecer a niños y adolescentes del barrio la oportunidad de seguir creciendo, aprendiendo y disfrutando juntos en verano. 

Del 2 al 15 de julio, el deseo de vivir Un verano para ellos se ha hecho realidad para los 14 voluntarios de diferentes lugares de España, que han venido hasta aquí, a vivir y compartir la vida de estos niños y sus familias, colaborando en actividades lúdico-educativas cuyo hilo conductor ha sido Murillo, el pintor sevillano. Alojarse en una residencia universitaria en el mismo barrio, les ha permitido acercarse a su realidad cotidiana, sus calles, sus costumbres, sus dificultades…

Os ofrecemos un nuevo testimonio de esta experiencia Magis 2016:

"Llegué al Polígono Sur llena de ganas y, de temores a la vez, por todo lo que había oído acerca de ese barrio. El primer día dimos un paseo por la zona, y me sorprendí pensando cómo podía ser que existiera un lugar así en un sitio como Sevilla: el suelo, donde gatean los niños, lleno de cristales y de basura; no hay papeleras en las calles; algunas veces los autobuses tenían que ir escoltados por la policía… Y a pesar de todo es un barrio lleno de vida y de fe.

Por las mañanas estaba en la escuela haciendo manualidades con los niños de 3 a 6 años, y te das cuenta que son hijos de gente trabajadora que lucha por salir adelante, con muchas ganas de dar y recibir cariño, y de alejarse de la realidad que tienen en casa.

Por las tardes, íbamos a la calle a jugar con los niños de allí, lo cual era muy diferente y, desde mi punto de vista, mucho más duro. Allí los había de todas las razas y edades, criados en la calle según la “ley del más fuerte” y bajo sus propias normas.

La primera tarde asustó un poco, para ellos éramos gente desconocida que no veían como autoridad alguna, y era yo la que tenía que adaptarme a su ambiente. Poco a poco vas jugando con ellos, te van cogiendo cariño y, por supuesto, acaban respetándote. Para mí, fue una experiencia del todo educativa, ya que los primeros días siempre acababa pensando que yo no valía para eso, que nunca iba a saber cómo tratar con ellos; pero siempre tenía ganas de más, de que llegara el día siguiente para probar nuevas estrategias. La mejor de ellas, sin duda, fue enseñarles todo el amor que era capaz de dar, y ellos lo reflejaban como un espejo. No podía entender cómo podía haber niños tan buenos creciendo en un sitio como ese.

Pero, sobre todo, me sorprendió lo presente que estuvo Dios a lo largo de toda mi experiencia. Allí, la mayoría viven realidades muy duras, pero con una fe inmensa que les ayuda a ir creciendo y a ir superando el día a día; y por supuesto que tener la oportunidad de poder empaparme de algo así fue todo un regalo.

Me fui de allí con el corazón lleno de nombres y de agradecimiento por haber podido conocer a personas tan excepcionales, tanto voluntarias, como religiosas, como la propia gente de allí".  

María Bayona (Grupos Javier de Zaragoza) 

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