Ciudades más humanas: cohesión, sostenibilidad e identidad en el futuro de las ciudades

En el marco de este proyecto, Cristianismo y Justicia -centro fe-cultura-justicia de los Jesuitas en Cataluña, ha participado durante el mes de noviembre en el ciclo de diálogos "Ciudades (+) Humanas", con la finalidad de reflexionar sobre los retos que tiene hoy la convivencia en las ciudades. La iniciativa ha sido impulsada por cinco organizaciones: Cristianismo y Justicia, Fundación Carta de la Paz, Fundación Joan Maragall, Movimiento de Profesionales Católicos de Barcelona y la revista Valors, que han reunido personas expertas para diseccionar las fronteras de la cohesión, la sostenibilidad y la identidad en el futuro de las ciudades.

La primera sesión sirvió para que Joan Subirats, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona, y Carme Trilla, presidenta de la Fundación Habitat 3, pudieran centrar en los principales escollos de la cohesión en las ciudades y especialmente en el problema de la vivienda. Coincidieron en reivindicar políticas redistributivas para acabar con las diferencias sociales y en potenciar una mayor capacidad de empoderamiento de la ciudadanía para reducir los problemas que dificultan la cohesión.

En la segunda sesión, el profesor de geografía Oriol Nel·lo y el director de la agencia BCNecologia, Salvador Rueda, hablaron de los grandes retos para la sostenibilidad en la ciudad: la funcionalidad, la necesidad de encontrar estrategias para saber organizar la ciudad; la desigualdad, necesitamos detener la segregación urbana; la apuesta por la sostenibilidad; y, finalmente, la gobernabilidad, para alcanzar una buena capacidad de gestión. La ciudad es un ecosistema y esto quiere decir que debe concebirse de forma integrada y teniendo en cuenta la proporcionalidad.

Finalmente Andreu Domingo, subdirector del Centro de Estudios Demográficos, y Antònia Hernández, responsable del Departamento de Ciudades Educadoras del Ayuntamiento de Barcelona, abordaron la gestión de la diversidad, en estos momentos positiva en una ciudad como Barcelona donde un 22 por ciento de la población es de origen extranjero; pero teniendo en cuenta algunas situaciones: la falta de un deseo de arraigo o sentimiento de pertenencia, y la movilidad ascendente segmentada.