Publicado: Miércoles, 04 Abril 2018

Maestro ¿dónde vives?

La segunda edición de la Pascua Melilla-Nador ha tenido lugar del 29 de marzo al 1 de abril de 2018. Un grupo de 30 jóvenes adultos diverso en cuanto a su procedencia y ámbito (centros sociales, colegios, universidades, profesionales, pastoral, CVX, MAG+S,...). De hecho, la experiencia está pensada para jóvenes-adultos de 25 a 35 años que tengan un doble perfil pastoral-social, con experiencia de oración, gente de nuestros ámbitos que tengan una sensibilidad para vivir su fe desde esta doble dimensión y que participen en nuestros centros de pastoral, educativos y sociales dinamizando a otros. Asimismo, se incorpora un grupo de jóvenes religiosos y religiosas en formación, incluidos jesuitas.

El lema de la Pascua fue: Maestro ¿dónde vives? Una pregunta que pretendía ser invitación al seguimiento de Jesús y al deseo de acompañarle, situándonos al lado de las personas que caminan hoy con él: las que sirven, las que sufren, las que esperan.

Con deseo de encontrar al Jesús en el rostro y en los gestos de las personas que sirven en una realidad concreta, a la que nos acercamos desde el respeto y la humildad para vivir en comunidad el misterio de la fe.

Descubriremos a Jesús en el relato de las personas que migran y viven en tránsito, reconociendo en ellas la humanidad compartida y sintiéndonos más cerca de un Dios que también se convierte en migrante.

Sentimos la llamada a ser personas que viven en la espera, sabiendo que el impulso que moviliza nuestra vida llegará para invitarnos a seguir en el camino de la fe y la justicia.

La Pascua fue un tiempo para hacer resonar en nuestro interior esta pregunta: Maestro ¿dónde vives?

En la Pascua de Melilla se van tejiendo historias de vida y se crea comunidad, con la ilusión de que esta experiencia para jóvenes nos empuje a:

  • Hacer camino y dejarse acoger. Vivir la Pascua lejos de casa, en un lugar de frontera, de tránsito para tantos hombres y mujeres que anhelan un futuro. 
  • Crear una comunidad que comparte la vida sencilla, la oración y celebración.
  • Cambiar de perspectiva. Dejar a un lado todo lo que nos ocupa en el día a día, levantar la mirada y abrir los ojos para encontrarnos con Jesús. Vivir con él, repetir sus gestos y mirar el mundo desde dónde él lo mira.
  • Acompañar a Jesús en el camino a la cruz, descubriendo un amor que va más allá de cualquier límite, de cualquier frontera. 
  • Re-encontrarnos con el misterio de la Vida. Reconocerlo cerca y escuchar su invitación a vivir siempre en la esperanza y desde el amor que se entrega, conociendo de primera mano la realidad sufriente que viven tantos hermanos y hermanas.
  • Volver a casa y desear seguir caminando.

El equipo que organiza la Pascua tiene una clara vocación de misión compartida e intercongregacionalidad desde sus orígenes. Religiosas de María Inmaculada, laicos y laicas, y jesuitas que refuerzan una mirada conjunta desde la realidad de Frontera.

ver +