
Peregrinar la Semana Santa
La Semana Santa está ahí y viene para ocupar todo lugar y tiempo internos. Nos pone al Cristo delante: de nosotros, jesuitas, de nuestras comunidades, de nuestros colaboradores, de nuestras obras e iniciativas apostólicas. Y nos lo vuelve a decir: adentrémonos por aquel triduo pascual que sólo Él y Él solo realizó. Hay que profundizar. La Semana Santa es trecho de profundidades, de ésas que es necesario visitar y contemplar y repetir para, si Dios lo permite, transformar pascualmente nuestro vivir de personas y proyectos particularmente afectados por el corazón sagrado del Crucificado y Resucitado. La pequeña realidad de Iglesia que somos –comunidades, equipos directivos, consejos de plataformas apostólicas, patronatos, comisiones, consultas– tiene que peregrinar la Semana Santa, para que en el Domingo de Resurrección, al borde de retomar lo
cotidiano, nos estemos preguntando otra vez, como pasó en otras ocasiones, qué debemos hacer por Cristo, y así “discurrir por lo que se ofresciere”.
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