Publicado: Domingo, 11 Diciembre 2022

La transmisión de la fe, nuestra esperanza

Todo cristiano se siente llamado a llevar la fe más allá de sí mismo. En las obras de la Compañía de Jesús, aparece como deseo constante y, también, lleno de dificultades en la transmisión de la fe. Por eso, este deseo se podría expresar como actualizar y llevar la fe cristiana no sólo desde el lenguaje, sino también desde el testimonio de vida que es ser, estar y actuar al modo de Jesucristo, que invita a estar en salida, más que en retirada. Es decir, algo en nuestra fe lo tendríamos que resetear, como tantas veces en nuestra historia.

Acabamos de celebrar la Inmaculada Concepción. Con esta solemnidad, María aparece dentro de la fe como aportación significativa de una persona con su sí individual al plan de Dios. Esta vivencia de fe pide una visión más amplia que el propio yo encerrado en el día a día; se alza como significación total de la realidad con Dios en el mundo; ese mismo Dios aparece acercándose a la realidad y a la pequeñez de María en su falta de significatividad de Nazaret, quizás, por ello, más cerca de nuestra irrelevancia social actual.

Mirándonos hoy, encontramos la dificultad para detectar una transmisión actual, viva y directa de la fe que hemos recibido en esperanza y en consuelo. Comunicar esta fe integral se cuestiona no sólo por el significado de esa fe sino por el estilo de vida que se le asocia, por las instituciones que lo encarnan, por los mismos creyentes de carne y hueso de ahora y del pasado, por los valores que la identifican, por los modelos que propone e incluso por la expresión y el lenguaje que le acompaña.

Es una tarea siempre nueva la de re-vivir la fe para atinar con lo que junta las preguntas del ser humano con las aspiraciones espirituales y vitales que surgen del Evangelio. Por eso, el camino hacia la Asamblea en Loyola 2023 pide hacer comprensible nuestro lenguaje, profundizar en los núcleos más dinámicos del cristianismo, acompañar el proceso espiritual de la fe en diversos momentos de la vida, ofrecer experiencias de Ejercicios y ayudarse con comunidades que celebren y re-creen el seguimiento de Jesús con nuevo ser, estar y hacer.

Desde luego, no ha sido fácil y no será fácil resetear la fe para encontrar nuevas vías creativas y dinámicas que la activen. Tomando al Papa Francisco: “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. (…) La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericor- dia del Padre y su fuerza difusiva” (EG 24).

Nos ponemos en camino para re-aprender la fe y así poder re-transmitirla una vez más, tras dos mil años de itinerario. Un abrazo a todos en este Adviento

P.  Antonio José España, SJ

 

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