Publicado: Martes, 09 Septiembre 2025

Un proyecto que impulsa la misión

Con el comienzo de septiembre hay muchas actividades que retoman su velocidad habitual. Este inicio de curso, para la Provincia tiene un sabor especial, pues estrenamos el nuevo Proyecto Apostólico 25-30. Damos gracias a Dios por el don que supone tener un instrumento que nos ayude al discernimiento de la misión y nos permita, como red de comunidades, personas y obras, ir más adelante en el seguimiento del Señor.

Estas palabras no quieren hacer una explicación detallada del proyecto. Más bien quieren poner unos acentos para su lectura, que nos permita disponernos con la mejor de las actitudes. Porque la misión de la Compañía no se puede entender si no es desde la colaboración, tiene sentido poner el empeño en reforzar aquellos espacios donde este compartir misión tiene pleno sentido: la formación, la construcción de comunidades que inspiran la dirección de una institución o presencia, la conversación espiritual que ayuda a dar alma al gobierno de una obra, etc. Éstas son, en definitiva, maneras donde esta colaboración aterriza en medidas concretas.

Los jesuitas hemos recibido una llamada particular a tomar este proyecto como una invitación a renovar nuestra llamada a la consagración al Señor. Al tener un enfoque centrado en Cristo, este Proyecto pretende recordarnos la llamada a potenciar el ser por encima del hacer. También nos desafía como comunidades y religiosos a renovar la llamada a una vida religiosa de calidad (personal y comunitariamente).

El impulso que significó el proceso de participación en tantos lugares y espacios de la Provincia el curso pasado implica una gran responsabilidad: por una parte, el gobierno de la Compañía tiene el compromiso de poner medios y energías para llevarlo a cabo. Pero todas las personas que, de una manera u otra, estamos implicadas en la misión de la Compañía, tenemos el deber de focalizar nuestras energías a este magis que hemos formulado en clave de Proyecto Apostólico.

Escribo estas palabras a 9 de septiembre, que San Pedro Claver nos ayude a no perder de vista a las personas más olvidadas de nuestro mundo. 

P. Enric Puiggròs SJ

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