
Dar alma
En el proceso de preparación del nuevo Proyecto Apostólico, a partir de los espacios de diálogo que compartimos, tomamos conciencia de que el cultivo de nuestra espiritualidad ignaciana ayudaba a animar este Proyecto.
Y entiendo la palabra animar como dar alma, en dos direcciones: en primer lugar, porque tiene alma aquello que está habitado. Tienen alma aquellas cosas y acciones que tienen un propósito. Y nuestro propósito es acercar más al Señor tanta gente que vive alejada de Él. Y también lo es acercar a los más pobres aquellas personas que se viven cerca de Dios, pero quizás con una fe que no compromete su vida.
En segundo lugar, dar alma implica ilusionarse por la vida. Una ilusión que promueve la alegría y el compromiso. A menudo nos encontramos en situaciones y grupos que pudieran estar anclados en la desazón o el sin-sentido de las cosas. Por eso nos congratulamos por tener un Proyecto que nos empuja a caminar, y orienta nuestros pasos como comunidad. Podemos pedir al Señor que nos dejemos mover por la realidad; que no nos venza el desánimo o esquemas previos que condicionan nuestra libertad.
P. Enric Puiggròs SJ