
Testimonio de verano XIII
Residencia de enfermos de VIH
Supongo que como cualquiera de nosotros, yo iba con la intención de que mi trabajo fuese gratificante, y la verdad que a la vista no parecía muy difícil, se basaba básicamente en abrir la puerta, consolar y abrazar tal y como lo haría Dios. En estas dos semanas he crecido mucho. Cuando me dijeron que estaba dentro del voluntariado de Veritas mentiría si dijera que no sentí miedo e incluso rechazo aunque a la vez tenía muchas ganar de conocer este mundo, de saber qué es lo que les duele, y poco a poco hemos ido aprendiendo que lo que duele no es el dolor, sí no el efecto secundario de algo que les hizo sufrir y que hoy en día les sigue rascando. Al llegar a la casa, supongo que todos sentimos ese tipo de "respeto", ese hablamos todo lo que quieras pero con una barrera en medio, poco a poco te van contando, vas aprendiendo y lo más importante, vas sintiendo. He llegado a sentir vergüenza por meter la pata hasta el fondo, por ver como me rompían los esquemas y he aprendido que es verdad que las apariencias engañan... Nazaret ha terminado, pero no nos vamos por completo, cada uno de nosotros dejamos una parte de nuestro corazón, ponemos la parte de fe y de esperanza necesaria para que todo vaya bien. Nos vamos emocionados, nos vamos con una sonrisa en los labios. Prometemos no olvidaros nunca, rezar mucho por vosotros y llevaros siempre guardados en el corazón.
Carolina Carolina Arruga Arnal y Diego Lopez Ordovás
- Inicio
- Noticias
- De cerca
- Vida en Compañía
- Palabras del provincial
- Fallecimientos
- Semblanzas
- Propuestas
- Publicaciones
- Prensa
- Enlaces
- Documentos
- Agenda
- Buscador
- Intranet