Publicado: Martes, 04 Junio 2019

El sujeto: Reflexiones para una antropología ignaciana

Estamos ante un libro escrito por 29 personas, la mayor parte jesuitas, sobre un tema que a todos nos interroga: la idea de persona que late tras la espiritualidad ignaciana; el ser humano que deseamos promover mediante las muy diversas obras apostólicas tanto de la Compañía de Jesús como de cualquier otro grupo religioso inspirado por esta, nuestra querida espiritualidad.

El libro contiene artículos de alta divulgación, es decir, accesibles a un público muy amplio sin formación específica en teología o cualquier otra de las disciplinas con las que se dialoga: psicología, educación, historia, filosofía, por supuesto, teología, etc. La idea es que pueda resultar útil para trabajar en contextos tan diversos como el educativo, la pastoral, la formación de religiosos y seglares, etc.

Es muy interesante caer en la cuenta de que los colaboradores de esta obra son personas que han vivido y viven en el camino ignaciano. Por tanto, ofrecen en su reflexión una combinación entre conocimiento y experiencia personal. Todos están vinculados al mundo universitario, han dedicado años al estudio y, muchos de ellos, son considerados expertos en su campo. Sin embargo, lo que les convoca, más allá de su saber, es el común agradecimiento por haber descubierto un sentido para su existencia en el mundo contemporáneo mediante la propuesta de Ignacio de Loyola: es posible vivir dejándose para ir encontrándose en Cristo; teniendo más presente el amor, querer e interés del Criador y Señor que el propio; trabajando por un mundo más justo y humano, el Reino. Han descubierto que el sentido de su existencia es vivir cooperando con la obra iniciada por Jesús de Nazaret; en palabras de Pedro Arrupe, vivir como colaboradores de la obra de la redención.

El P. General dice de este libro en el prólogo: En el marco de la preparación del centenario de la conversión de San Ignacio (2021) quiero dar la bienvenida al libro ‘El Sujeto. Reflexiones para una antropología ignaciana’, que adquiere un especial significado, porque se convierte en punto de partida para el proceso de la renovación personal y colectiva que nuestra historia de familia exige hoy de nosotros (…) sus páginas son una ayuda inestimable para construir juntos, sobre una base común, estructuras apostólicas que se puedan llamar, con verdad, ignacianas (…). Ya no podemos eludir nuestro deber. En los próximos diez años, cuando este libro sea estudiado y madurado, trabajar por el Reino querrá decir, antes que nada, «colaborar con la Iglesia para vivir la sociedad secular como un signo de los tiempos que ofrece la oportunidad de tener una renovada presencia en el seno de la historia humana» (citando a las recién publicadas ‘Preferencias Apostólicas’).

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