
Sal Terrae: Para un ejercicio democrático y justo de la política
La política consiste en la toma de decisiones que afectan a una colectividad. Para ello se tiene el poder. Pero no se ha de olvidar la perspectiva: se han de tomar decisiones en favor del bien común. No al servicio de intereses propios, de grupo o de partido. Se suele utilizar la expresión “toma de posesión” cuando un gobernante comienza a desempeñar un puesto de gobierno. Probablemente esta expresión traiciona una forma de desempeñar el poder. ¿No sería mejor utilizar la expresión “entrada en cargo”?
No es infrecuente que quien ostenta el poder trata de ampliarlo ocupando todos los resortes, poniendo en peligro la división clásica de poderes de Montesquieu: ejecutivo, legislativo y judicial. En nuestro país estamos asistiendo a que los parlamentos son ya meros brazos controlados por los gobiernos e incluso se llega a poner en entredicho la independencia del poder judicial. Con ello la misma democracia está en peligro. Por eso el presente número de la revista SAL TERRAE intenta reflexionar sobre las condiciones para que el ejercicio de la política sea democrático y con ello justo.
En primer lugar, Xavier Casanovas y Pablo Font Oporto, partiendo de la crisis de la democracia actual, intentan un diagnóstico sobre las dificultades del ejercicio del poder y proponen algunos caminos para poner ese ejercicio del poder al servicio del bien común.
Francisco de Asís Sanz Gandasegui expone la limitación de poderes en el sistema constitucional español. Para ello analiza el origen del poder político situado en la soberanía nacional con comentario de los preceptos constitucionales pertinentes. El sistema de control parte de la posición preferente de los derechos fundamentales en cuanto concebidos como derechos de los ciudadanos frente a los poderes del Estado. Finalmente, se concretan las funciones de los grandes Tribunales: Constitucional, Europeo de Derechos Humanos y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Francisco Valiente Martínez analiza cómo los estados democráticos se caracterizan por la división de poderes y por el respeto a los derechos y libertades individuales. Ello exige la existencia de contrapesos que garanticen la independencia de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial en el ejercicio de sus respectivas funciones. Ahora bien, en las últimas décadas, se viene constatado una tendencia a que el poder ejecutivo ocupe más espacio del que le corresponde, a veces justificándose en la necesidad de hacer frente a diversos desafíos.
Francisco Igea expone las dificultades del sistema electoral español para que los políticos sean directamente responsables ante los electores, pues son, más bien, responsables ante los dirigentes de sus propios partidos. Sugiere algunas ideas para alentar la legitimidad de representación de los políticos respecto a sus electores como puede ser la libertad de voto en aquellos asuntos que afectan directamente a los propios electores.
José Manuel Aparicio Malo ofrece una presentación de la concepción de la Doctrina Social de la Iglesia sobre el ejercicio de la política. Contribuye así a la recepción de Fratelli Tutti, y una mejor comprensión de sus pretensiones. Para ello describe los presupuestos conciliares para señalar luego las novedades y aportaciones de la encíclica de Francisco. Finalmente sugiere algunos retos en los que la Iglesia puede ofrecer una contribución a la vida pública actual.
Dentro de la serie dedicada a la Eucaristía, Lino Emilio Díez Valladares, SSS aborda el tema de la presencia real. A nadie se le oculta que dentro de las confesiones cristianas hay posturas encontradas. No se puede negar lo que el texto sagrado relata en relación con las palabras y gestos de Jesús en la Última Cena, pero es compleja su representación conceptual. Ante el Misterio de nuestra fe el lenguaje humano se agota y la teología «balbucea» al tratar de expresarlo