
Guerra y paz, energía y justicia
El número de primavera de Razón y Fe aborda en su editorial la compleja guerra de Ucrania, cuestión que en los últimos meses llena de preocupación y tristeza a buena parte del mundo. Occidente hace bien en apoyar a las víctimas y denunciar las violaciones de los derechos humanos que se están dando. Que en esta ocasión haya una perspectiva más abierta y acogedora hacia los refugiados es algo positivo. El reto es que este cambio de criterio y esta explosión de solidaridad no se queden en un momento aislado, sino que nos ayuden a optar explícitamente por este tipo de actitudes ante los conflictos, dejando a un lado la indiferencia y la comodidad y abriendo espacios de diálogo sobre estas cuestiones. En este número entrevistamos también a Efraím Centeno y a José Carlos Romero, el director y el coordinador de la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas. Los ingenieros nos recuerdan que la energía no ha de tratarse como un bien de consumo más, sino como un bien básico universal. Ante una cuestión tan acuciante en el contexto actual, conviene no olvidar que la mejora de la eficiencia energética del hogar sigue siendo una prioridad en este debae. Centeno y Romero, recuerdan también que la relación entre las energías renovables y la pobreza energética puede ser un arma de doble filo, y requiere un análisis detallado para no levantar falsas expectativas.
El primer artículo, del decano de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola, el jesuita Gonzalo Villagrán, se titula “Teología pública: una palabra de la Iglesia en las sociedades plurales”. Villagrán afirma que el pluralismo moral y religioso actual de las sociedades obliga a buscar paradigmas nuevos para la palabra de la Iglesia en público. Desde los años 80 existe una respuesta a este desafío en la tradición teológica de la iglesia: la teología pública. Esta corriente está determinada por los fundamentos básicamente hermenéuticos puestos por David Tracy y ha sido aplicada con particular fruto por moralistas como David Hollenbach. Esta corriente puede ser una inspiración muy valiosa para pensar la palabra y la acción de la Iglesia en nuestras sociedades plurales a todos los niveles.
El segundo artículo, del también profesor de la Universidad Loyola, Juan Antonio Senent De Frutos, se titula “Ignacio Ellacuría: raíz y método de un compromiso intelectual”. Tras el reciente estreno de la película Llegaron de noche, que narra el asesinato de los mártires de la UCA (entre ellos Ellacuría), Senent realiza una lectura de la raíz existencial que animaba el compromiso intelectual de jesuita vasco, su modelo de universidad de inspiración cristiana, así como de la práctica e inspiración crítica, ética y utópica de su filosofía y teología.
A continuación, Joan Mesquida reflexiona sobra una cuestión a la que la ética está prestando una creciente atención en su artículo “El desafío de la meritocracia”. A continuación, Gaspar Rul-lan Buades se pregunta por los puentes entre la cultura de occidente y la cultura de la India. La catedrática de Ingeniería Química de la Universitat Ramon Llull (IQS), Rosa Nomen Ribé, por su parte, ofrece una mirada desde la ciencia y la ingeniería a la reflexión eclesial sobre la ecología integral. Por último, en el sexto artículo de este número, “Un ser agraciado. Alegato contra el neuroesencialismo”, el director de la Cátedra Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión, José Manuel Caamaño López, reflexiona sobre la evolución reciente de la neurociencia, uno de los campos de investigación que mayor expectación genera en la actualidad.
Por último, como siempre, la revista cierra con una sección de crítica literaria y cinematográfica, así como una variada selección de recensiones bibliográficas.