Semblanza del P. Emilio Martínez Márquez SJ

Apenas habría yo cruzado una docena de palabras con Emilio con anterioridad a ser destinado a la comunidad de Sagrado Corazón en Sevilla. Para mí era simplemente “un tipo raro” por su aspecto (luego yo le diría -y no le hacía gracia- que me recordaba a Don Basilio, el siniestro personaje de “El barbero de Sevilla” que canta la bellísima aria de la Calumnia), por su apariencia huraña, por su aislamiento...

Conviví con él los 4 años (setiembre 2012 - agosto 2016) en que fui superior de aquella comunidad. Y puedo decir con la boca llena que Emilio ha sido uno de los grandes descubrimientos que he hecho en mi vida. Nos separaban muchas cosas: edad (entró en la Compañía el año que yo nací), ideología política, teología... Aun así nos hicimos amigos, en el sentido fuerte de la palabra; grandes amigos.

Descubrí a un hombre profundamente bueno, incapaz de hacer daño a nadie, que se dolía y culpabilizaba cuando alguien no le caía bien (cuando, como se suele decir, “no había química”). Profundamente humilde y, lo que sorprendió por el cliché que yo me había formado, de una gran capacidad autocrítica para poner en cuestión sus opiniones. Nada dogmático ni intolerante.

Acompañándolo en sus diversos problemas de salud, o sentados ante un vaso de whisky o una cerveza antes de la comida de los domingos (en que trampeaba con su problema respiratorio y me pedía un purito que disfrutaba como un adolescente), o cuando venía humildemente, casi como un novicio, a darme cuenta de conciencia, o cuando se partía de risa con mis chistes algo subidos de color (lo suyos eran muy malos...)... se me fue haciendo querer como buen amigo y buen compañero.

Un par de días antes de Navidad estuvimos charlando por teléfono y felicitándonos mutuamente. Me habló de lo a gusto que se sentía en Salamanca en la enfermería, de sus progresos en el tema que estaba estudiando en los Santos Padres, de la ilusión que le hacía volver a celebrar la Navidad. Sus últimas palabras en aquella conversación fueron “un abrazo Supe, hasta pronto”.

Un abrazo compañero, hasta siempre.

Fernando Motas Pérez, SJ

Málaga, 13.01.2017

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