Semblanza del P. Carlos Muñiz Romero SJ

De sus orígenes en Rosal de la Frontera, donde hay una plaza con su nombre, adquirió Carlos Muñiz el conocimiento por connaturalidad con las personas y personajes de la Sierra de Huelva. En sus años de estudio en Sevilla, hasta el final de la carrera de Derecho, trabó amistades estrechas, que perduraron siempre, con profesores y compañeros que desempeñaron papeles importantes en la vida política, académica y cultural de España. Su talento y habilidad de escritor y comunicador le hicieron ser acogido y reconocido en los círculos de amistad de escritores y en los de crítica literaria.

Se dice que Carlos acuñó el término «narraluces», y él fue ciertamente uno de ellos. En el catálogo de la Biblioteca Nacional constan quince obras de las que es autor y en muchas de ellas se revela esa faceta de quien retrata la voz viva del costumbrismo y la realidad social de Andalucía. Así lo delatan directamente muchos títulos: La contrabandista de Jabugo y otros relatos de la Sierra; Relatos del sur: de Tartessos al siglo XXXV de la era Edénica; El sacamuelas en el dolmen y otros relatos por Huelva; Abderramán aupado a un dromedario y otros relatos cordobeses; Duendes, tipos y fantasmas: tipología de las maneras sevillanas; Seis poetas granadinos posteriores a García Lorca; Relatos vandaluces. Otros títulos son exponente de su labor sacerdotal: Cachorro muerto; Un apóstol sin tapujos y con sentido común (semblanza del P. Pedro Castro Quero, S.J.); Lo que vos queráis, Señor: la Pasión en Huelva (antología de la lírica religiosa onubense). Otros títulos reflejan su dimensión más puramente literaria y de crítica literaria: Antología poética; Sonetos en el clavo; Profetismo y blasfemia en León Felipe; El simbolismo religioso en el teatro de Buero Vallejo. La novela Los caballeros del hacha le valió el premio Ángel Ganivet. Otra novela, El llanto de los buitres, es reseñada como significativa en la narrativa social. Entre los que han analizado la obra de Carlos sobresale María Teresa Mérida con su libro Análisis crítico de la novelística de Carlos Muñiz Romero. Manuel Moya lo califica como «uno de los narradores más brillantes y acaso divertidos de la actual literatura en español», que «ha conseguido transmitir en sus cuentos y en sus novelas el pálpito, la atmósfera vital de esta tierra. Cultivador de un estilo rico y de muy singular viveza, minucioso y siempre lleno de tensión narrativa, que combina rara habilidad el humor con la tragedia».

Divertido ciertamente lo era en sus versos ágiles, graciosos, como unos conocidos versos de Navidad una de cuyas estrofas era: «Poesía y Teología son solo aliño; la sustancia la pone de carne el Niño. ¡Ay compañera! Ya la vida se encarga de la salmuera». De esos versos llegaron muchos, en cualquier ocasión y fiesta, a sus buenos amigos. Divertido era también en su prosa suelta, testimonio escrito de la riqueza oral de la gente. Pero la narrativa y las relaciones sociales y literarias de Carlos no eran de alguien superficial. Si se han analizado con interés es porque revelan un análisis social fino, desde una visión rica y una formación profunda. Carlos era un gran conversador, de una cultura impresionante en el conocimiento de nimios detalles sobre los que discutía con pasión a quien no estuviese de acuerdo. Muchas veces tenía razón, pero sorprendía ver cómo, inmediatamente después de una discusión en la que su apasionamiento asustaba, encontraba uno en él al mejor amigo. Él era así: ponía pasión en todo y era enormemente bueno.

Carlos prestó muy relevantes servicios a la Compañía de Jesús y a la Iglesia. Fue colaborador asiduo de la COPE con programas muy frecuentes, ayudó en la retrasmisión de procesiones de semana santa, fue colaborador asiduo de la revista Diálogo, fue secretario provincial de la provincia Bética para los medios de Comunicación Social, se le confió la representación de la Provincia en reuniones internacionales del apostolado social de la Compañía de Jesús.

En sus últimos años en Sevilla y en los años que pasó en la enfermería en Málaga estuvo sometido a diálisis. En Sevilla, como en otros sitios antes, dejó el rastro de muy queridas y sólidas amistades a las que llegaba su acción pastoral. En estos días, después de su muerte, se ha sentido vivo el eco en los medios de comunicación social de buenas plumas, de amigos que lo recuerdan con afecto.


Guillermo Rodríguez-Izquierdo S.J.
Sevilla, 24.11.2018

Descargar semblanza en pdf, junto al artículo de Antonio Burgos publicado en ABC en este enlace: 2018 52 Necrológica CMuñiz