Semblanza del H. Andrés de la Fuente Tejedor SJ

Inesperadamente, aunque su estado de salud no era bueno desde hacía tiempo, la pasada noche se durmió en el Señor nuestro Hermano Andrés. Hacía ya unos años que se había dejado en manos del médico, las enfermeras y personal auxiliar, que le han ayudado en todo y le han tratado con un enorme cariño. Ahora ya está en manos de Dios para siempre. Como rezaba el P. Arrupe: “Yo me siento más que nunca en las manos de Dios. Eso es lo que he deseado toda mi vida, desde joven. Y eso es también lo único que sigo queriendo ahora. Pero con una diferencia: Hoy toda la iniciativa la tiene el Señor. Les aseguro que saberme y sentirme totalmente en sus manos es una profunda experiencia". Así ha vivido siempre el H. Andrés y ahora ya vive así para siempre.

Había nacido en un pueblo pequeño: Alcuneza, hoy una pedanía del municipio de Sigüenza, en la provincia de Guadalajara, con poco más de 30 habitantes. De un pueblo pequeño, como Jesús, que cuando llega al suyo, Nazaret, se extrañan de la sabiduría que tiene y de las obras que hace. Y se preguntan ¿no es el hijo del carpintero? También la vida del H. Andrés ha estado llena de sabiduría, la sabiduría del que entrega su vida a Dios, él en la Compañía de Jesús, en la que ha vivido 67 años. Y en ella ha realizado muchas buenas obras, como veremos ahora.

Entró en la Compañía con 20 años. Y ya antes había realizado sus estudios de Oficial de 3ª de electricidad en la Escuela de Aprendices de Aviación de Cuatro Vientos (Madrid). Estos estudios los supo poner después al servicio de los demás.

Estuvo nueve años en Aranjuez, con distintos trabajos, después de los dos años de noviciado.

Y después, tres grandes bloques de diecinueve años cada uno.

El primer bloque en Ciudad Real (años 1960-79). En la Escuela Hº Gárate, como profesor de Mecánica y de Técnica Agrícola y Jefe de Talleres. Fueron unos años de una gran actividad y muy volcado en la atención a sus alumnos, no solo en la parte técnica, sino sobre todo en la parte de su formación humana y religiosa. Sus alumnos guardan un gratísimo y agradecido recuerdo de él. Y 40 años después han seguido viniendo a verle y hoy están algunos entre nosotros.

El segundo bloque, también de 19 años, fue en la Curia de Madrid, como Socio del P. Provincial. Un puesto de confianza, en el que le mantuvieron cuatro provinciales distintos, lo cual nos habla de fidelidad, discreción y disponibilidad en todo momento.

Finalmente, los últimos 19 años en esta casa de Alcalá, con dos periodos. El primero, de catorce años, que se pueden resumir con una apalabra: colaboración. Colabora en la Secretaría del Colegio, en tareas comunitarias y en la portería, en el Archivo y la Biblioteca.

Y el segundo, los últimos cinco años, de pasividad, de dependencia, de dejarse hacer, ayudar y cuidar, con esa misión de orar por la Iglesia y la Compañía.

Empezaba hablando de su pueblo de nacimiento. La primera lectura de la carta a los Filipenses, nos dice que somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transformará nuestro cuerpo mortal en cuerpo glorioso como el suyo.

Nuestro Hermano Andrés ya es ciudadano del cielo, ha nacido a esa nueva ciudad donde vivirá no ya 19 años, sino toda la eternidad, disfrutando de la presencia y del amor de Dios.

Damos gracias a Dios por su vida y por la promesa que nos hace de que nosotros también seremos ciudadanos del cielo para siempre.

Rafael Mateos Poggio, SJ
Alcalá de Henares, 27.07.2019

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