Semblanza del P. Santiago Nájera-Alesón Sela SJ

Nos hemos reunido para acompañar a Santi en esta última Misa y dar gracias a Dios por su vida y los largos años en que la hemos compartido. Porque la Misa es ante todo Acción de Gracias, Eucaristía.

Quiero recordar algo de nuestra vida compartida. Nos conocimos en el Noviciado y desde entonces compartimos muchos años de vida. No en la formación, porque solo pocos años coincidimos, pero sí en nuestro largo servicio pastoral en Honduras, donde lo iniciamos.

En 1976, los jesuitas asumimos las parroquias del Bajo Aguan, Colón, por petición del Obispo Monsr. Brufau. La parroquia de Sonaguera la componían unas 60 aldeas y pueblitos de campesinos además de 25 poblados bananeros, de la Standard. Hacía poco había ocurrido la catástrofe del huracán Fifí y la zona había quedado arrasada. Eran los dominios de la Standard Fruit, que en la zona daba trabajo a 16.000 trabajadores. El desastre fue tan grande que la Standard decidió abandonar la zona de Sonaguera – Isletas donde antes trabajaban unas 6.000 personas. Hubo muchas ayudas, Cáritas y otras organizaciones y unos 1.500 trabajadores formaron una Empresa Asociativa para recuperar la producción bananera. Resultó la cuestión, pero los militares tomaron de inmediato el control económico de la empresa. Y era todo muy confuso, porque los militares, por un lado, promovían el asociacionismo, pero reprimían radicalmente cualquier reunión que oliera a “comunismo”, y entre ello las organizaciones de Iglesia.

En el 77 se hicieron cargo de la Parroquia, Valentín Menéndez y Antonio Ocaña (Chicho). Pero al año siguiente a Valentín le nombran Provincial de León y Chicho se enferma seriamente de la vista y tiene que regresar a España y la parroquia queda sin nadie. De Tocoa, con grandes dificultades, venía de vez en cuando Jesús Sariego. Al poco llego yo (Carlos), y unos meses después Santi. Pero los dos sin experiencia pastoral ninguna y casi incomunicados: carreteras derruidas con puentes destruidos, sin luz, casi sin agua, sin teléfono, casi sin correo,… y con los gravísimos problemas de los campos bananeros (luchas por el poder, violencia, venganzas, robos, corrupción,…)

Pero en la parroquia contábamos con algunas ayudas valiosísimas: Dos Hijas de la Caridad (Miren y Mayte) y algunos Delegados de la Palabra y Catequistas… Y la ayuda del Señor. Aquello de Sta. Teresa: “Nada te turbe, nada de espante/ Dios no se muda, todo se pasa/ la paciencia todo lo alcanza/ quien a Dios tiene, nada le falta/ solo Dios basta”. Eran tiempos difíciles, “tiempos recios”, que decía Sta. Teresa. (Yo me ordené en su día y Santi también le tenía gran devoción.)

Y así empezamos nuestro servicio pastoral.

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