Semblanza del H. Tomás Nistal SJ

Desde enero del año 2000 hasta junio del 2019 coincidí con el H. Tomás Nistal en el Colegio de la Inmaculada de Gijón. Él había llegado en 1966. Vivió y trabajó allí 53 años. Al extinguirse la comunidad, nos trasladamos a Salamanca junto con los hermanos Claudio de Ponga y Gregorio Bello.
El primer elogio que se oía del H. Nistal era por algo que no hacía él, sino los demás: quererle.
–¿Tomi?
–Es la persona del colegio a la que quiere más gente.
Fue muy largo el tiempo de su atención fiel a miles de colegiales. D. José Antonio Fidalgo, co-eterno con Nistal en el colegio como alumno y luego como profesor, escribió en la prensa una semblanza titulada, El Hermano Nistal ya tiene las llaves del reino. «Ya», es decir, además de aquellas con las que todas las mañanas abría las puertas del colegio y las cerraba por la noche. Añade: «El Hermano era un ejemplo de obediencia y humildad y, en su sencillez, un hombre plurifuncional. Vigilaba y cuidaba al alumnado en las aulas de estudio y en los campos de recreo, se responsabilizaba del material deportivo, tenía a punto las canchas de baloncesto y los campos de fútbol, cuidaba de los patios. Cuando surgió la ocasión, ciertamente difícil, de cuidar a los enfermos, lo hizo con naturalidad, y con una constancia que admiró a todos» Día y noche, durante más de diez años estuvo atento a los detalles de la enfermedad del P. Ángel Cuesta (Pachi) a quien derribaron dos ictus cerebrales. En el primero le ayudó a rehacerse, y contra el diagnóstico médico, a volver a andar, a hablar y hasta atender a dos capellanías.
Sus paseos diarios largos y lentos, se hicieron costumbre de la ciudad, se incorporaron a ella como un semáforo o como una plaza. Iban juntos, de oscuro, Tomi, una gran bolsa blanca de plástico en la mano. Terminaban en la capilla de Nuestra Señora de la Guía donde el P. Celebraba la misa, y Tomi le servía de Sacristán.
El deporte se acompañaba con los campamentos veraniegos en Santibáñez de Porna (León) por donde pasaron cientos de niños y niñas; son los que ahora integran el ejército de los que hacen a Tomi “el jesuita más querido”. Ya mayores siguen organizados en un grupo de amigos al que Pachi puso el nombre de la “La Pacomia”. La voz tiene resonancias conventuales. Remiten al Famoso abad Pacomio, del Siglo IV, que estableció en sus monasterios reuniones periódicas de monjes para la charla espiritual y amistosa. Pachi tuvo noticia de ello, como los jesuitas de su generación, por las lecturas del noviciado. Este nombre habitaba mucho el idioma de Tomi.
–Fulano es de la Pacomia; hoy se reúne la Pacomia. Este reloj me lo regaló la Pacomia. La fiesta de despedida de Gijón me la organizó la Pacomia. Todavía no hace un mes que le visitaron algunos amigos de Gijón–Paula Fernández, antigua alumna, Víctor Fernández, presidente de la asociación de AA.AA. Gisela Nortes, Patricia Ruiz. Me dijo la víspera:
–Mañana viene Paula y otros de la Pacomia a visitarme. También viene Loli, la bibliotecaria.
–Pero ella no es de la asociación –le dije.
–No. Esa viene a visitarte a ti.
Pasamos una buena tarde. Tomi habló todo el tiempo. Su locuacidad y también sus silencios merecen un poco de atención. Recién llegado yo a Gijón, le sorprendió su silencio; Luego su soltura de palabra en el patio, con los profesores y monitores, y con algunos amigos jesuitas y no jesuitas. Recuerdo sus largas charlas con el H. Aguiar, y con algunos comerciantes de la cercanía del colegio; a veces le sacaban una silla y tenían su tertulia de un lado al otro del mostrador. ¿De que hablaban? De todo, Entreoí algo: fútbol desde luego, pero también consejos de buen sentido común cristiano. No le faltaba a Tomi una veta de escepticismo pesimista respecto de las intenciones por las que se motivaban algunas gentes –el dinero.
Su silencio se volvía largo y como concentrado durante las largas vigilancias de los patios. Iba y venía, las manos en la espalda con un aire guardia civil jubilado, tranquilo, abuelo. Horas y horas; fiel.
El jesuita más querido, se decía. Era porque quiso a muchos, mucho, y acertaba a hacer recibir su cariño, que aparte de la sonrisa que lo acompañaba, se expresaba en servicios, atenciones, con humildad digna. Con la ocasión del famoso libro autobiográfico que escribió Pachi (Pachi Cuesta, Jesuita y Entrenador de Baloncesto) en el que le ayudé un poco al autor, su amigo, o con cualquier otra atención tenida con él mismo, me obsequió con la experiencia de su agradecimiento, expresado en formas antiguas, de pueblo, nobilísimas.
–¿Me haces el favor de escribir esto, que a ti se te da mejor que a mí?
Siempre me emocionó, y tampoco faltó el goce estético, disimulado, del modo como desplegaba sus cortesías.
D. José Antonio Fidalgo escribe: «Todo lo llevaba a cabo con una fácil humildad sonriente. Hasta cuando estaba enfadado o triste, transmitía alegría; siempre paz»
D. José Antonio Fidalgo, es persona de muchos saberes y bibliografía abundante, tiene también una hora semanal de radio. El H, Nistal la seguía, sin falta. Cuenta:
–Si le parecía que me desalentaba por la situación social y política, me animaba a ver la vida con optimismo, y me pedía:
–A ver cuando hablas por radio de Astorga, de lo bueno que tiene.
Y es que entre sus fidelidades, que eran las maderas de las que estaba hecho. La fidelidad a Gijón se expresaba en su cuarto. Murió sin acabar de organizar lo que él llamaba el museo: ¿Serían unas cien figuras de vario material: trofeos, banderines, escudos, fotos? Estaba poblando las paredes. Eso sin contar su biblioteca de álbumes.
… Y la patria chica, El Bierzo, donde todo era grande, muy principalmente su club de fútbol, La Ponferradina. Siendo muy aficionado al fútbol, en televisión solo aguantaba, enteros, los partidos de segunda. Aborrecía lo que interpretaba como arrogante.
–Tomi: dan el Madrid, el Barcelona, la selección nacional.
–Bah. Esos no se matan; juegan por perras.
De la iglesia y de la Compañía le preocupan las vocaciones y la disminución de fieles, y no ocultaba su nota crítica; al contrario.
–Hay que salir a buscarlos. Ellos solos no van a venir…
Coincidía con el Papa Francisco.
Durante el segundo ictus en el que Pachi no recuperó la conciencia, Nistal, se instaló al pie de su cama en el hospital; durmió muchas noches sentado en una silla.
El Hermano Tomás Nistal murió de repente el día 12 de este mes de enero, pocos minutos antes de las diez. A los 83 años de edad y 65 de Compañía. En la misa exequial, el P. Superior, Teodoro García Estalayo, pronunció la homilía dirigiéndose a él:
«Hombre fiel. Te conocí cuando llegué a Gijón el año 2006. Tú llevabas allí casi toda la vida. Esta mañana te despedimos con la plena esperanza cristiana que nos asegura la resurrección… Gijón lo fue todo o casi todo. Cincuenta y tres años de tu vida, Tomás. Ejerciste de educador, sotoministro, ayudante de actividades deportivas. Cómo no recordar los muchos estíos acompañando a los niños del Colegio de la Inmaculada en los campamentos de verano en Santibáñez… A mediados de diciembre vinieron a verte un grupo de antiguos alumnos de Gijón. Les dijiste que el superior de esta casa te tenía enchufado porque te había asignado una habitación que daba al patio del colegio para que vieras jugar a los alumnos y recordases las muchas generaciones de ellos a los que acompañaste en Asturias. Te mantenían la alegría y el espíritu Joven. La llegada a esta casa, donde había comenzado tu vida como jesuita a mediados de los cincuenta, parecía haberte sentado bien; te encontrabas a gusto y así lo manifestabas. Ayer nos dejaste. El Señor te destinaba a una casa mejor. Descansa en paz Tomi.
Tomi. Le gustaba que le llamaran así, pero recordaba con frecuencia que su nombre era Tomás, por Santo Tomás de Aquino. Recalcaba:
–Doctor de la Iglesia, un sabio.
Yo quiero dar testimonio de que Tomi, Tomás Nistal también lo era en el conocimiento de las personas y de las situaciones, con la fina inteligencia de su corazón…

(Antonio Pérez. S.J. Salamanca, 14 de enero 2020)

Descargar semblanza en pdf en este enlace: 2020 05 Necrológica H. Tomás Nistal